Los comentarios en el Madrid campeón del Mundo en clave Messi

Coincidencia dentro del vestuario de lo importante que era la final ante el Kashima Antlers.

Con tres goles, dos de ellos en la prórroga y uno más para empatar un partido que se había puesto muy cuesta arriba, Cristiano Ronaldo se convirtió en protagonista absoluto de la final del Mundial de Clubes. El equipo japonés del Kashima Antlers sorprendió a los blancos y al mundo entero, y a punto estuvo de endosarle al conjunto blanco una de las mayores humillaciones de toda su historia. Pero no fue así. El '7' madridista se encargó de que eso no sucediera, no tardando ni diez minutos en empatar un partido que en el minuto 51 del segundo tiempo se había puesto 1-2 para los nipones.

Fue una liberación también para el propio Cristiano. El portugués llegaba a Japón recién coronado como Balón de Oro 2016, en una decisión enormemente discutida por todo el mundo respecto al Premio. Su final de año estaba siendo malo y en cambio, Leo Messi estaba demostrando algo más de constancia y regularidad. Sólo los títulos (Champions League y Eurocopa con Portugal) le separaban del argentino pero en esa vorágine que siempre supone adivinar qué criterios cuentan cada año para determinar el Balón de Oro, su aparente liderazgo de principios de año se había puesto cuanto menos en cuestión.

 

 

Sin embargo, la semana en Asia le ha venido de perlas al luso. Se desquitó en una competición en la que ni siquiera había sido capaz de marcar en su anterior participación en 2014, anotando el segundo tanto frente al América de México. Y ahora, con un Hat-Trick salvador ante el Kashima, se marcha de tierras niponas coronado como mejor jugador del torneo y campeón del mundo. No una hazaña, pero sí un traje que le viene de perlas para despejar debates y dudas.

 

Y eso que el principio de la final había sido un calvario para Cristiano. El portugués comenzó muy errático el partido, fallando constantemente en contragolpes con muchos espacios y siendo incapaz de superar a los defensas japoneses en carrera o a través de driblings. Por si fuera poco, en algunas de esas jugadas acababa trastabillado al tropezarse solo, dejando una imagen preocupante. Sus fallos en ocasiones claras también le habían puesto en jaque de cara a la opinión pública mundial.

 

Ahora, en el vestuario coinciden: este Mundial de Clubes puede suponer un antes y un después en este bache que ha sufrido Cristiano en el final de 2016, sobre todo porque sirve para que de una vez por todas quede por delante de Leo Messi en cuanto a logros, y le sitúa de igual a igual respecto a 2017, un año en el que algunos medios ya atisbaban una victoria aplastante en el plano personal del argentino sobre el luso. Habrá que esperar para verla.