El 'golpe de estado' de Cristiano para recuperar el control del vestuario

El luso ha jugado sus cartas con la maestría de un estratega

Cristiano Ronaldo toma el mando. Los movimientos del PSG y el aviso del United de igualar cualquier intención de los franceses trasladados por Jorge Mendes, con el ok de Ronaldo, a Florentino Pérez han metido el miedo en el cuerpo del presidente que no puede permitirse la salida de la estrella del equipo tras el follón con Casillas y haber llenado los bolsillos de Ramos hasta los topes bajo amenaza de dejar tirado al Madrid.

 

Ronaldo, ahora sí, se lo está pasando en grande. En menos de un mes se ha cargado la jugada del presidente/técnico y ha recuperado el control de vestuario relegando a Bale a un segundo plano y dejando a Benítez con el trasero al aire.

 

CR7 no está para historias. Su carrera es lo primero y después está el resto. Tras una temporada en la que ha visto a Messi levantar Copa/Liga/Champions y al que aún le falta ir a por el Balón de Oro 2015, el tema se pone serio. Ronaldo ha pedido a Florentino un equipo ganador a su disposición o se va. Ni método Benítez, ni cuentos chinos. El portugués se muestra muy crítico con la actual plantilla: falta nivel, banquillo y la planificación no le convence. Pide/quiere una plantilla mejor para seguir. Un proyecto hecho en torno a su persona. Queda un mes de mercado y Ronaldo exige, no pide, un golpe sobre la mesa: lo hecho hasta ahora no le convence.

 

Además, Ronaldo pide solucionar la situación de Sergio Ramos, concedido, otro de los puntales con dificultades en el club. No quiere volver vivir un año en blanco. Su apuesta por el Madrid será en la medida que el Madrid apueste por él. Y, muy especialmente, Rafa Benítez.

 

El portugués tiene a Rafa cruzado. Ronaldo no perdona el atrevimiento de Benítez de prestarse al juego del presidente para ningunear a su persona en favor de Bale. Jorge Mendes pidió al presidente un cambio de actitud del técnico madrileño o forzarían su marcha al PSG/United. Rafa recibió el mensaje tan alto y claro que, desde entonces, solo le falta arrodillarse al paso de la estrella. El ridículo de Benítez a ojos del vestuario ha sido de los que hacen época: de apretar a Ronaldo hasta el extremo, a pedirle permiso para estornudar.