Las horas de Pep Guardiola en el Bayern de Múnich están contadas
Después de la rajada contra él del manager de Goetze, Thomas Müller ha cuestionado su autoridad en un entrenamiento.
Recientemente Pep Guardiola pronunció una conferencia muy cerca de su pueblo, Santpedor, en la que desvelaba un secreto. A él no le motivan los éxitos, los títulos, lo que persigue ejerciendo su profesión de entrenador es el reconocimiento de los demás y sentirse querido. En el Bayern Múnich no tiene ni una cosa ni la otra. Nunca ha conseguido alcanzar el estatus de "mito" que disfrutó en el Barcelona. Allí, en Alemania, no es más que un técnico mercenario que ha llegado al Bayern en busca de fortuna y que genera dudas por su particular manera de entender el fútbol, que poco o nada tiene que ver con las raices históricas del Bayern.
Y tampoco Pep ha tenido suerte en el Bayern en su segundo objetivo, el de sentirse querido. El vestuario del Bayern es un polvorín. Primero la rebelión de Goetze, que utilizó a su representante, Voler Struth, para denunciarle públicamente por "arruinar su carrera" y de "destruirle como jugador". "Juega solo los partidos fáciles, me sorprende que nadie en el Bayern se dé cuenta y defienda a Mario. Lo que me sorprende es que Guardiola no haya tenido a Mario en consideración para partidos importantes, como la semifinal de la Copa de Alemania o la de Champions. Lo ha destruído, es normal que un chico de su edad quiera jugar. Mario decidió quedarse en el Bayern para jugar este tipo de partidos y ganar. Pero siente que el entrenador no confía en él y en cambio le pide que cuando entre en el campo sea decisivo".
Todavía vivo el incendio de Goetze, se ha declarado otro en el vestuario muniqués. El pirómano ha sido Thomas Müller, que en la eliminatoria de semifinales de Champions League ante el Barcelona, ya mostró públicamente su desacuerdo con Guardiola, especialmente cuando el técnico decidió sustituirle. Según informa hoy el diario Bild, Thomas Müller y Pep Guardiola mantuvieron una pelea a grito pelado en el vestuario con el resto de la plantilla como testigo. Pep paró un entrenamiento por entender que sus jugadores no trabajaban como debían, envió el balón con rabia a la portería mientras renegaba en catalán. Müller, lejos de amilanarse, tomó el liderazgo del grupo y le dijo gritando, también: "¿entonces ya me puedo ir a duchar?".
Luego el jugador le pediría disculpas, pero Guardiola no es tonto. Y de la misma manera que un día decidió abandonar el FC Barcelona consciente de que el vestuario se le iba de las manos, al término de la presente temporada, cuando finaliza el contrato de tres años que le liga al Bayern, optará por buscar nuevos horizontes. ¿En Barcelona, quiza? Si Bartomeu es reelegido presidente, será difícil después de su identificación con la candidatura de Joan Laporta. Pero lo que es seguro es que en Múnich no seguirá. Ni se siente reconocido por su trabajo y mucho menos se siente querido. No tiene sentido seguir.