Los tres actos de indisciplina en el Madrid que han encendido a Florentino

Jesé Rodríguez y Sergio Ramos han protagonizado unos sucesos que han sentado peor que mal en las cúpula del club blanco

Nuevo camino. A los problemas deportivos del Madrid se unen los de índole disciplinario. Según ha podido saber este medio a Florentino Pérez no le hizo ninguna gracia ver el rosario de jugadores que salían de la cena del pasado jueves, la de una conjura que no dio resultado ante el Villarreal y que sí ha dado pie al enfado de los aficionados.

 

Tanto en el palco como en la grada se comentó el error de Jesé a puerta vacía. Precisamente el jugador canario fue el último en abandonar el restaurante junto a Ramos cerca de las 5 de la mañana. Esas imágenes han sentado muy mal en la cúpula directiva, como la escapada de fin de semana de Serigo Ramos a Italia con su pareja en plena recuperación de su lesión o la vista gorda de Ancelotti con Jesé tras llegar el jugador en escasas condiciones al entrenamiento posterior a la cena de la plantilla, un comportamiento que fue premiado, además, con su participación -pactada- en el partido ante el Villarreal. Pero, aún así, lo que peor ha sentado en la zona noble del Bernabéu ha sido la actitud de Ancelotti dando el visto bueno a estos o participando de estos desajustes. Y no son los primeros. En las altas esferas del estadio tildan de "blando" a Carletto. También se lo recriminó el público antes del encuentro sin saber ni la mitad. Luego de los pitos se pasó a la bronca cuando cambió a Isco, intocable, según el italiano. Fue la solución del técnico para salvar, al menos, un punto.

 

La afición blanca no dudó en mostrar su enfado con Ancelotti tras el partido, mientras en la zona noble del Bernabéu tienen a Carlo encañonado. La directiva no se fía de las bondades de Carletto -"Es un buen tipo, pero...No tiene mando", afirman desde la cúpula-, ni de cómo maneja el vestuario. Consideran que tiene demasiada manga ancha con los jugadores y eso no le gusta nada a Florentino Pérez que añora la mano dura de Mourinho con la plantilla blanca. El presidente no quiere que los futbolistas sean los amos y señores del vestuario y ve que eso es lo que está pasando ahora mismo.