A Luis Enrique se le rebelan los pesos pesados del vestuario

Messi, Alves, Neymar, Luis Suárez... ¿Le falla la mano izquierda al técnico barcelonista?

Luis Enrique tiene las ideas muy claras en torno a la dosificación de sus estrellas. Su filosofía se basa en las rotaciones con el fin de llegar al tramo final de la temporada, cuando todo se decide, con toda su plantilla en óptimas condiciones físicas. Algo tan elemental como eso no ha sabido transmitirlo a su plantilla, a pesar de contar con un psicólogo de cabecera para complementar su gestión de mando.

La comunicación no es el fuerte de Luis Enrique, que funciona más por disciplina que por convencimiento. Así se explican las dificultades de convivencia que está viviendo con los pesos pesados del vestuario, a los que ha conseguido unir en su contra. De puertas afuera todos están todos a muerte con su entrenador. De puertas adentro, Messi, Neymar, Luis Suárez y Alves comparten complicidad contra el entrenador. La brecha abierta con Leo Messi a raíz del polémico entrenamiento previo a su suplencia en Anoeta no parece que pueda cerrarse porque ninguna de las dos partes da su brazo a torcer y no se presenta ningún intermediario válido dispuesto a conseguir que reine la paz entre ambos. La relación es fría y distante, prácticamente no se hablan. Y Luis Enrique, aleccionado por Bartomeu, ya no se atreve no sólo a sustituir a Messi o a dejarle en el banquillo. Ni siquiera le da órdenes individuales y sólo le envía mensajes cuando se está dirigiendo al grupo.

Neymar y Luis Suárez, que han captado que Messi juega por real decreto, esté bien o esté mal, y que el técnico no se atreve a sustituirle, no han disimulado su disgusto cuando han sido ellos los cambiados. Incluso Dabi Alves, que está más fuera que dentro del club, montó un numerito en el Etihad Stadium de Manchester por ser sustituido.

Curiosamente, la progresión ascendente del juego en el Barça crece proporcionalmente al descenso que se produce en el clima de concordia que debe reinar en el vestuario para que el equipo sea una piña, vayan todos a una y se consigan los objetivos marcados. Luis Enrique repite los problemas que ya tuvo en Roma con Totti. Aún así, los jugadores están dispuestos a dar el máximo por el club, pero en este caso la relación del entrenador con sus cracks, más que sumar resta.