El serio aviso a Zidane que pone en jaque al vestuario (están al borde del abismo)
Pese a ganar al Betis, el choque del Real Madrid en el Bernabéu este domingo dejó varias heridas abiertas.
Muy en el alambre. El Real Madrid se desquitó un poco de la dura semana que, de forma indirecta, ha supuesto este último tramo del curso hasta el encuentro ante el Betis de este domingo en el Bernabéu. Fuese por mérito del Barça, demérito del PSG o robo arbitral, escojan la opción que prefieran, gran parte del madridismo quedó más que escocida por la remontada azulgrana ante los franceses. Levantar ese 4-0 en contra devolvió a la realidad al conjunto madridista, que se veía liberado en el escenario europeo cuando todavía ni hemos llegado al mes de abril, con más margen para cometer errores sin que fuesen letales. Pero en poco más de tres semanas, un equipo que parecía hundido vuelve a estar en liza por todas las competiciones.
Sin embargo, la resaca del choque de Champions dejó al Barça noqueado en Riazor. Y lejos de saltar con el cuchillo entre los dientes, el Real Madrid dio una imagen de excesiva pasividad ante el Betis. Los diez primeros minutos estuvieron dominados por el bueno juego de los de Zidane ante su público y con un equipo plagado de 'jugones' (y sin la BBC, 'atizada' tras el partido de Nápoles), pero luego, el 'aburrimiento' ante el buen sistema defensivo del Betis y la cantada de Keylor Navas pusieron el encuentro otra vez en el guión del alambre y la locura. Un 2-1 con un final imprevisible y con Ramos de bombero que ya no sorprende a nadie, pero que empieza a enfadar a buena parte de la parroquia madridista.
Porque el público del Santiago Bernabéu no podía entender cómo un equipo que sabía que ganando en casa recuperaba el liderato no salió a comerse al Betis desde el primer minuto. Tampoco que el Madrid haya convertido en tendencia su incapacidad para no gobernar casi ningún partido esta temporada, sea quien sea el rival y tenga la fortaleza o la calidad que tenga. Cualquier enemigo es capaz de plantearle un encuentro igualado y de pronóstico bastante incierto a este Real Madrid de Zidane, de discutirle los puntos o la victoria. Luego casi todos caen, pero el equipo se mueve constantemente en el filo de la navaja, gustándose de recurrir siempre a la épica y al sufrimiento. Y ya cansa.
Por todo ello, el Bernabéu pitó considerablemente al equipo hasta el gol salvador de Ramos a falta de pocos minutos para el final del encuentro. También a Keylor por su 'cantada', otra más de una lista que empieza a ser demasiado grosera este curso. Es el primer aviso serio a un Zidane que sigue teniendo flor, pero que poco a poco va perdiendo ese caparazón de intocable para el respetable por su condición de leyenda y figura carismática. Los jugadores y el técnico son conscientes de todo esto y siempre se escuchan las mismas consignas en la sala de prensa o en zona mixta: analizar errores, trabajar para no cometerlos y necesidad de mejorar. Pero este salto cualitativo nunca llega.