Ancelotti renuncia a la promesa que hizo el día de su presentación
El estado del equipo y la posibilidad de lograr la undécima y la Liga mandan sobre el juego
"El Real Madrid debe ser un club que gane jugando un fútbol espectacular". Con estas palabras, camiseta blanca impoluta en mano y sostenida junto a Florentino Pérez, Carlo Ancelotti, siempre tan elegante, aterrizaba en el palco de honor del Santiago Bernabéu. Sobre él recaía una tarea tan importante como complicada: Apagar el enorme incendio que había ido consumiendo al Real Madrid en los tres años de convivencia del club con José Mourinho. Unir a los aficionados, calmar a la masa social y poner paz en un vestuario muy deteriorado tras mucho tiempo de tensión, desencuentros y disparidades de criterio. Y con responsabilidades también en lo puramente deportivo. Había que abandonar el estilo conservador y de contragolpe letal para dar paso a un juego más elaborado y de ataque.
Esa ha sido su consigna desde que se puso manos a la obra, silbato al cuello en cada entrenamiento. Pese a ser nativo de un país que abandera el concepto máximo de fútbol defensivo, 'Carletto', con sus contados 'ataques de entrenador', ha sido siempre un técnico partidario de darle importancia al talento como vía para lograr el éxito. El Madrid abandonó su política de fichajes que acumulaba muchos 'panzers' (Khedira, Essien, Altintop, Adebayor) y dio paso a perfiles más estilísticos: Isco, Illarramendi, James, Kroos, incluso Casemiro... Con mucha más importancia para Modric. Algunas veces bien y otras no tanto, el juego del Madrid se ha transformado hacia un modelo más acorde con los gustos de la parroquia merengue, llegando a su zénit en la impresionante racha de victorias que mantuvo el equipo a finales del año pasado y que terminó con la conquista del Mundial de clubes.
Sin embargo, Ancelotti ha demostrado también otra cara en estas dos temporadas en el banquillo blanco: Su capacidad para ser camaleónico. Probablemente debido a su amplia experiencia en clubes de élite, supo adivinar el orden de prioridades en la agenda diaria del Madrid desde el día en que llegó y lo manifiesta en cada una de sus decisiones. Así como el ADN de otras entidades es lograr el éxito a través de un estilo innegociable, en Chamartín la victoria va antes que las formas. Primero es ganar, y después ganar bonito. Así que, cuando las circunstancias del equipo no lo han permitido, Carlo ha tirado de libreta para transformar a sus chicos y hacer que éstos pasen de tocar el violín a golpear los tambores si es preciso.
Como ahora. Las lesiones arrecian a la plantilla en los días más importantes de la temporada y entre ellas está Modric, probablemente el hombre que mejor define el estilo del Madrid. También Benzema, el más 'bailarín' de la BBC. Y ante el panorama, Ancelotti ha entendido que es mejor cubrirse y esperar a tiempos mejores. Por eso tiró de Sergio Ramos ante el Atlético o de una defensa de tres frente al Celta cuando el partido ya estaba encarrilado. Y por eso dice lo que dice en rueda de prensa: "A lo mejor contra la Juve tiro del viejo estilo italiano". Descubrirse y morir jugando bello no es algo que el madridista medio entienda demasiado bien.
A falta de pocos partidos para despedir el curso, no toca jugar bien, toca ganar. Ganar y jugar bien, pero por este orden. Y Ancelotti lo sabe más que nadie. Si alguien le recuerda el estilo, podrá decir que en algún momento del año el equipo fue preciosista. A fin de cuentas, ha jugado siempre con sus palabras desde que es técnico del Madrid. Siempre sabe cómo salir de las encrucijadas. Y tiene la suerte de su lado.