El gesto de Zidane con James... ¿en su último partido en el Madrid?

El técnico cumple con lo que avisa y el Trofeo Santiago Bernabéu pudo haber vivido este martes la última función del colombiano vestido de blanco.

62 minutos. Ese fue el tiempo que Zinedine Zidane le dio a un James Rodríguez voluntarioso y algo gris en el Trofeo Santiago Bernabéu. Mientras la prensa estrecha el cerco sobre el colombiano, señalado en la operación salida después de que la entidad haya decidido quedarse con Marco Asensio, y voces cercanas a la actualidad madridista aseguran que lo tiene avanzado para irse -se habla de la Juventus o de Inglaterra- el técnico galo decidió darle una alegría en el Bernabéu, quién sabe si la última para él, y de esta forma cumplir con lo prometido y no quedar como culpable en todo este asunto.

 

Porque Zizou va de cara. Su filosofía para esta temporada será la de poner a los que vea mejor, dentro de un orden. Rotar, ser justo. Acabar con el inmovilismo y hacer que todos se sientan partícipes. Ahora bien, el técnico francés también tiene a sus hombres de confianza y en este sentido, Rodríguez está entre su segunda línea, por detrás de Isco. Pese a todo, el cambio de actitud que ha demostrado el de Cúcuta este verano le ha hecho disfrutar de una función veraniega digna antes de comenzar la temporada. Un 5-3 que ofreció espectáculo y, entre otros goles, uno del '10' blanco en la segunda mitad.

 

 

Zidane dejó claro a todos que si James se queda, se expone a jugar poco. No a quedar inédito si se esfuerza, pero partiendo en desventaja. Así lo sabe el futbolista que pese a todo quiere demostrar que puede revertir la situación. El problema es que probablemente haya llegado tarde. Como decimos, todo apunta en la dirección opuesta a quedarse y precisamente el gesto de dejarle una hora sobre el césped tiene una doble lectura: premio a su esfuerzo en los últimos días pero también escaparate, anuncio a navegantes de que hay producto fresco a la venta.

 

Un choque muy efectivo

 

Pese a todo, el 'problema' con James es su enorme efectividad. Juegue bien o mal, casi todo lo que hace tiene un sentido y provoca que pasen cosas. Un disparo ajustado, un lanzamiento de falta, un cambio de juego de 30 metros... no estando brillante incide mucho en el juego o al menos se hace muy vistoso. Así fue durante el choque sobre todo junto a Isco y los demás jugones del Madrid, que sufrieron algo más de la cuenta ante un Stade de Reims que aprovechó casi todo lo que tuvo en ataque: tres goles en poco más de cinco o seis llegadas, contrarrestados por un vendaval de acierto a balón parado y tantos de Nacho y Ramos en sendos saques de esquina, y otro más de Morata a centro de Marcelo. James puso el 4-1 y Mariano el quinto, demostrando que es una alternativa de gol ante una plaga de bajas.