Un cambio incomprensible de estrategia por parte de Simeone ante el Madrid

¿Por qué modificó su plan habitual después del éxito de los siete derbis anteriores?

Es uno de los temas más comentados del día, sobre todo por los aficionados del Atlético de Madrid. La estrategia planteada por Simeone en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League en el Bernabéu acabó condenando a un equipo rojiblanco que completó uno de los partidos más pobres en cuanto a juego de los últimos tiempos, con una nula presencia en ataque y ausencia de oportunidades de gol. El empeño del 'Cholo' por esperar acontecimientos plantando un autobús no salió bien.

 

Si por algo se habían caracterizado los duelos entre Atlético y Real desde la llegada del técnico argentino había sido por el carácter competitivo del equipo colchonero, por su capacidad de imponer su juego sobre el de los merengues y lograr destruir sus virtudes sobre el césped al tiempo que aprovechaba sus defectos. No dejar jugar a los blancos ni permitirles tocar en el centro del campo, con superioridad numérica en la medular y mucha presión. Con una actitud primeramente defensiva, es cierto, pero utilizándola como arma para hacer daño al rival para desesperarle, no como único plan para sobrevivir. El mensaje a lo largo de estos 180 minutos, sobre todo los 90 del Bernabéu, ha sido el de volver a la aceptación de la superioridad del vecino de la ciudad y el caparazón como medida para esperar una victoria o una derrota que se decidiera lanzando una moneda al aire, la de la suerte.

 

El Atlético renunció a atacar al Madrid, cuando precisamente había sido capaz de atacarle y de forma muy directa en los siete derbis anteriores, incluso en la final de Lisboa. Renunció al centro del campo, dominado de cabo a rabo por los cuatro hombres de blanco frente a las casacas rojiblancas, ésta vez meros perseguidores de la pelota en lugar de ser campos de minas capaces de retener la posesión. Este punto en concreto fue la perdición de los de Simeone junto con los cambios del técnico. Si el mismo equipo con los mismos hombres había sido capaz de asediar y agobiar a todo un Real Madrid, por muchas bajas que tuviera, y ganarle por 4-0 hace apenas tres meses, este cambio de intenciones se hace difícil de entender.

 

Tampoco entendió nadie las sustituciones a lo largo del choque. Primero, Simeone dio entrada a Saúl en lugar de Gabi, señal de que sabe que el capitán no anda fino. Luego castigó al canterano y finalmente sacó al centrocampista que el curso pasado había sido poco menos que una prolongación del 'Cholo' en el campo. Pero además, después, decidió quitar a Griezmann, el hombre más en forma del equipo y el mayor peligro en ataque para el Madrid, y no sacar a Fernando Torres, que junto con el francés es el delantero más indicado para aprovechar los balones largos y los espacios a la contra. Con Mandzukic cojo, el Atlético de Madrid quedó descabezado arriba. Por si fuera poco, tras la expulsión de Arda nadie comprendió el movimiento de sacar a un central (Giménez) por un centrocampista (Tiago). Autobús total, y con el equipo cansado y deslabazado. Chicharito hizo el resto. 

 

Nadie en el Atlético discutirá a Simeone en el futuro y es normal. Con él, el equipo ha sido campeón y ha logrado alcanzar cotas que nadie hubiera imaginado antes de su llegada. Y sigue, en general, haciéndolo bien conforme a los objetivos marcados por el club. Pero sin duda ayer firmó una de sus peores páginas en su historia en la entidad del Manzanares.