El marrón (más grande que el cargo) al que se enfrenta el nuevo seleccionador

La persona elegida para dirigir a España tendrá que luchar contra los elementos como antaño, antes del periodo de gloria de la Roja.

Una vez confirmada la marcha de Vicente del Bosque de la Selección española, falta por conocer cuál será el próximo Seleccionador. Una tarea que le corresponde a Ángel María Villar antes de saber si se marcha o no de la RFEF para presidir la UEFA. En cualquier caso, no deberían pasar demasiadas semanas antes de que sepamos el nombre, ya que España inicia su clasificación para el Mundial de Rusia en septiembre y el segundo partido es contra Italia. Lo que sucede es que el panorama asusta.

 

Al menos, espanta. A una afición totalmente desencantada después del fracaso en la Eurocopa de Francia, y a una prensa que no deja de encontrarle todo tipo de pegas al futuro de la Selección. El relevo no ha llegado a la Roja en cuanto a calidad y jugadores como para seguir compitiendo al mismo nivel que como se hizo desde 2008, y ahora, en el tema del entrenador, no hay nadie que entusiasme.

 

Hasta el momento, Joaquín Caparrós se ha perfilado como el candidato favorito para ocupar el banquillo de España.  Ya saben cuál es la premisa de la Federación: español y sin trabajo. El andaluz espera la llamada de la Roja sin aceptar otras propuestas. El problema es que su fama de técnico de perfil bajo, que ha perdido más partidos en Primera que obtenido victorias y cuyo fútbol se basa en la intensidad y el aspecto defensivo no ‘casa’ con el estilo de la Roja ni ilusiona. Y fuera de Caparrós, la terna de candidatos es débil, tanto en logros como en experiencia y capacidad para enganchar a la gente.

 

José Antonio Camacho, un hombre que hace tiempo que no se sienta en un banquillo y asociado al fútbol directo de hace diez o quince años; Lopetegui, sin éxitos de renombre y más intención que hoja de servicios, además ya fichado por la Premier. Míchel, un hombre con gusto por el buen fútbol pero con fama de durar poco en sus equipos, o Albert Celades, técnico de la casa, de la RFEF, que ha estado presente en varios de los últimos fiascos de las categorías inferiores, que por cierto no carburan como antaño. El reto es enorme para el que llegue.

 

El mayor riesgo del nuevo técnico, más allá de lo deportivo, es esa sensación de haber vuelto a la etapa pre 2008. No hay sentimiento de equipo ni se percibe un ambiente de interés y unión por la Selección como el que logró Luis Aragonés formando el grupo responsable de los éxitos, algo que hizo en 2006 y no en 2008, con un fracaso en un Mundial y dos años de dura clasificación de por medio para aquella Eurocopa, y muchas críticas. Por todo eso tendrá que pasar el nuevo inquilino del banquillo de España.