El Madrid se impone el deber (divino) de frenar al Atlético para evitar su ruina

El encuentro de esta noche viene precedido de un duelo en el que más de uno iba con el Bayern sin decirlo.

Preguntarle al madridismo si prefería que el Bayern de Múnich pasara a la final de la Champions, o si por el contrario eran partidarios de que lo hiciera el Atlético de Madrid, provocaría infinidad de respuestas distintas si se hace una encuesta, seguramente. Pero lo lógico es que los resultados arrojasen un balance muy diferente con respecto a hace dos temporadas. Porque lo vivido en Lisboa aún se recuerda, y cada derbi madrileño venido después de la Décima se ha sufrido con tanto hastío que repetir final sólo dos campañas después parece casi ‘masoquismo’ para la parroquia blanca. Sí, preguntados por este medio, cantidad de madridistas fervientes hablaban por lo bajo reconociendo que no querían al Atlético de nuevo en la final, que preferían evitarse ese mal trago.

 

Porque enfrentarse de nuevo a la posibilidad de perder una final de la Champions League contra uno de los máximos rivales históricos del madridismo produce incomodidad, cuanto menos. Más aun sabiendo que cada derbi en estos tiempos es un parto, un par de horas de absoluto sufrimiento pase lo que pase, en las que cada segundo se hace tedioso y eterno para aquel que no hace tantos años veía al seguidor atlético como ese hermano pequeño y rabioso que podía patalear todo lo que quisiera pero que no hacía ningún daño. Ahora, para gozo de los Atléticos (y bien merecido, además, gracias al Cholo) es bien distinto.

 

Puede decirse que este Atlético de Madrid es el actual Némesis del Real, tanto o casi más que aquel Barça de Guardiola lo fue para José Mourinho en su etapa de blanco. Sin embargo, todo lo que anoche, nada más terminar la primera semifinal, era sentimiento de pereza y falta de ganas para afrontar otra final contra los colchoneros, hoy se ha transformado en deseo casi ‘divino’ de justicia: la que, creen en el madridismo, debe hacer que los blancos vuelvan a erguirse como líderes de la capital, y del fútbol español.

 

El Real Madrid es quien debe impedir que el Atlético logre la Champions. No podía ser otro, ni podría serlo porque los blancos siguen siendo, a pesar de todo, los rivales que más nerviosos ponen a los jugadores del Cholo. Este pensamiento, el de autoimponerse el sagrado deber de frenar al Atlético y su fútbol rácano a través del juego bonito que pretende implantar Zidane, es la consigna que el vestuario y también gran parte de la afición se ha impuesto en las horas previas a afrontar el penúltimo partido más importante de la temporada en Europa.