La intrahistoria: el año en el que Pep Guardiola 'se hace' del Real Madrid

El entrenador del Bayern de Múnich podría estar agradecido al conjunto merengue.

Había mucha expectación el pasado viernes cuando las bolas del sorteo de semifinales de la Champions League fue deparando los dos duelos que enfrentarán al Bayern de Múnich con el Atlético de Madrid y al Real Madrid con el Manchester City. Un doble enfrentamiento que a buen seguro alegró o, más bien, hizo suspirar de alegría a un hombre: Pep Guardiola. El técnico del Bayern quería evitar un duelo muy morboso a la par que incómodo para él, el que le habría enfrentado al que será su próximo equipo.

 

A principios de 2016, el Manchester City anunció la salida de Manuel Pellegrini del club y la llegada del ex entrenador del Barça. Al final, la presencia de Txiki Beguiristáin y Ferrán Soriano ha sido clave para que el todavía técnico del Bayern se haya decidido por los Citizens y no por el United, el otro gran club de Inglaterra sin rumbo fijo desde la salida de Alex Ferguson y por el que dijo sentir gran admiración. El anuncio de este cambio en el banquillo fue sorprendente porque se hacía público varios meses antes de que terminase la temporada, con los dos clubes inmersos en la lucha por varios títulos, cada uno en su país y ambos en el escenario común de la Champions, y los peligros del morbo que suponía un posible enfrentamiento entre el preparador saliente y el que está por venir.

 

 

La fortuna no ha querido que Pellegrini y Guardiola se enfrenten en semifinales, pero todavía existe la opción de que se vean las caras en la final de Milán el próximo 28 de mayo. Algo que sería, si cabe, todavía más morboso y hasta extraño. ¿Se imaginan al chileno ganándole la Champions a aquel que le ha 'robado' su banquillo y yéndose por todo lo alto? Guardiola aterrizaría en el City con un listón difícil de superar de primeras. ¿Y Pep arrebatándole la Copa de Europa y luego el banquillo a Pellegrini? Un movimiento nada ortodoxo y algo deshonroso para el sudamericano.

 

Por eso, seguramente, Guardiola prefiera que el Real Madrid de cuenta del City en semfinales. Así podrá enfrentarse a los blancos en una final sin más morbo que el de su pasado culé y el lógico enfrentamiento que ello conlleva. Así, además, podría conquistar la Liga de Campeones con los alemanes y colocarse en el nivel que siempre se le exigió en Múnich ante el eterno rival de los bávaros en el viejo Continente. Pero mientras que eso sucede, paradójicamente y por una vez, Pep, en su interior, es merengue.