Zidane instaura el régimen del terror en el vestuario del Madrid
El francés pasa al ataque con un discurso fulminante
Zidane toma el mando. Con la derrota aún caliente, en el aeropuerto de Wolfsburgo, la cara del galo era un poema. La frialdad extrema de 'Zizou' en el regreso se tornó en fuego en Valdebebas. A las primeras de cambio, con el grupo reunido, Zinedine dejó del primero al último sin respiración: quien no crea en la remontada que se baje.
El órdago del francés, cuentan desde dentro, fue de los más contundentes que se recuerdan en el lugar. Sin palabras altisonantes, sin aspavientos, ni amenazas, el galo instauró el régimen del terror a los presentes desgranando una realidad inamovible: caer frente a los alemanes sería el fin.
La debacle, de dimensiones bíblicas, dejaría al equipo a la intemperie hasta final de curso. Con dos meses de competición por delante sin nada que echarse a la boca. Las listas negras, escabechina, limpiezas aflorarían como nunca. Y más de uno se quedaría sin pan.
Zinedine ha pedido un compromiso único al grupo, no sólo para eliminar al Wolfsburgo -una realidad que se da por asumida- si no, y clave, para pasar a semifinales con opciones de plantarse en la final. La realidad que se huele en la caseta es que jugando así no se llega a San Siro. Para plantarse en la final el equipo necesita corazón, cabeza y narices, advertía 'Zizou' a los suyos. Frente a los alemanes, primera parada.