La boda secreta de Iker Casillas y Sara Carbonero en Madrid

La noticia saltaba por sorpresa en la tarde de este martes. El portero y la periodista le han marcado un 'golazo' a la prensa del corazón al no levantar sospechas.

Iker Casillas y Sara Carbonero ya no son pareja, son oficialmente marido y mujer. Eso es lo que se destila desde hace horas, prácticamente un día, después de que de forma bastante subliminal pero sorpresiva a más no poder saltara la noticia en la tarde de este martes. "Se han casado", era el titular de prensa del corazón, revistas y periódicos digitales, entre ellos los deportivos. El guardameta del Oporto y la periodista de Mediaset han dado un paso más tras seis años de noviazgo, y habrían formalizado su relación en la más estricta intimidad en Boadilla del Monte, localidad madrileña, el pasado día 20.

 

El matrimonio, oficiado por un notario de confianza de la pareja en la que fue la primera residencia de ambos después de empezar a salir para luego mudarse a la famosa Finca, ha pasado desapercibido incluso a pesar de la mayor exposición pública, especialmente para los medios españoles, de un Casillas que estuvo concentrado con la selección española en los últimos días. Cuando hay convocatorias para partidos de selecciones nacionales, al dejar sus clubes, los futbolistas suelen estar más accesibles para los medios. Iker atendió a radios, televisiones y prensa en los últimos días; incluso se prestó a hacer ese ya famoso Periscope con Gerard Piqué... pero nadie sospechó nada hasta la tarde del martes.

 

Casillas y Carbonero, que esperan su segundo hijo, habrían decidido casarse en privado y casi sin invitados, en un acto que informativamente hablando sólo destaca que la relación de la pareja va viento en popa. Tras superar el calvario de la salida del guardameta del Real Madrid, los últimos rumores apuntaban a que el próximo paso de Iker podría estar dirigido más a un retiro dorado que suponga nuevas oportunidades de trabajo para su ya esposa periodista, probablemente en Estados Unidos. El propio Iker confesaba en los últimos días que es consciente de que le queda poco en la élite, al menos en la selección.