Zidane recoge el guante: No quiere ni ver a Jose Mourinho por Madrid
El francés se rebela contra el futuro que muchos dicen que le aguarda en el banquillo madridista.
Zinedine Zidane está atravesando sus días más complicados desde que es entrenador del Real Madrid. Lo que en un principio fue un plan de acción inalterable para él, tener buen rollo con los futbolistas, defenderles a capa y espada ante los medios e intentar cerrar un círculo infranqueable de vínculos con la plantilla que les librase de alteraciones externas se ha convertido en una travesía incómoda hacia delante. Ha tenido que cambiar, movido por el mal juego y los resultados dudosos del equipo, que pese a asegurar estar mucho mejor con él que con Benítez no termina de despegar sobre el césped, algo que ha sorprendido al galo.
Ya lo dijo. Zidane defendió a sus jugadores hasta que empezó a explotar el día del derbi. Quizá antes, después del empate ante el Málaga, aunque en ese momento no lo dijera. "Este partido no me lo esperaba", clamó tras el 0-1 ante el Atlético que levantó a buena parte del Bernabéu contra el palco. "Nos faltó ganar los duelos individuales, meter más la pierna". El malísimo partido contra Las Palmas le ha obligado a recrudecer ese discurso. "Así no vamos a ninguna parte". Las diferencias dialécticas en público con respecto a sus primeros días como técnico son enormes.
¿Cómo se toma esto el vestuario? Parece que con seriedad, al menos de momento. No se ha visto ni conocido una queja en público de los futbolistas, una mala palabra o un reproche hacia su técnico, de quien siguen diciendo que es un gran consejero, un espejo, un ídolo sentado en el banquillo. Le admiran más que a Benítez, eso está claro, pero al mismo tiempo ambas partes empiezan a mirarse con otros ojos. Algunos medios empiezan a utilizar la palabra "dudas" para describir esta nueva relación técnico-vestuario. Sea como fuere, los dos bandos empiezan a tener claro que el próximo verano será inexorablemente desagradable para ambos si a Zidane se le encarga la confección de una nueva plantilla a costa de decidir las eventuales bajas.
La sombra de Mourinho
Y en estas, justo antes de que el equipo afronte dos partidos complicados que pueden terminar de marcar el estado de ánimo (o de cabreo) de la grada de aquí al final de la temporada y todavía sin saber qué equipo tocará en los cuartos de Champions, Sevilla en casa y Barcelona en el Camp Nou, el nombre de Jose Mourinho vuelve a retumbar con fuerza en las paredes del Santiago Bernabéu. La prensa pone el foco sobre el portugués, que asegura no tener todavía equipo para la próxima temporada a pesar de que se le coloca en Manchester y al que el Madrid habría llamado por tercera vez en los últimos meses para suplicarle que vuelva, según nos hemos hecho eco en DB. Mourinho no acepta, pero deja condiciones por si acaso: una profunda caza de brujas en un vestuario que no le recuerda con excesivo cariño.
Pero Zidane se resiste, se rebela. No piensa tirar por la borda la mayor oportunidad de su carrera como entrenador. Sabe que en su contra juega la falta de experiencia pero que será difícil que la gente se vuelva contra él esta temporada, en la que llegó a mitad de curso, y precisamente por su falta de recorrido. Para que el próximo verano el club afronte una remodelación de la plantilla por dolorosa que ésta sea, antes de dejar el banquillo, la asumiría él, aunque duela. Cree tener la fórmula para arreglar las cosas hasta poder acometerla en junio y, por ahora, no le está temblando el pulso a la hora de colocar a Casemiro en el once y prescindir de gente como Isco, James o Kroos, habituales titulares.
Mientras tanto, insiste en poner su cargo a disposición del club en verano. Sabe que tiene poco tiempo y pocas opciones de ganar algo, pero jugará sus cartas. Que pasan por que la gente le vea como un hombre decidido, no alguien que estaba de paso por el banco del Bernabéu.