Los rumores en Oporto empiezan a planificar el futuro exilio de Iker Casillas

El último gran fallo del guardameta ha provocado un estallido de dudas y críticas en Portugal. El mostoleño no se zafa de la polémica.

Cuando Iker Casillas dejó el Real Madrid entre lágrimas el pasado verano y puso rumbo al Oporto, el ex capitán del Real Madrid, que más tarde ha confesado que se vio obligado a abandonar la que fue su casa desde los 9 años por la inaguantable presión mediática y el rechazo que sentía entre buena parte de la afición, pensó entonces que podría volver a empezar de nuevo en el fútbol. Resetear su mente. Desde que Jose Mourinho decidió sentarle contra el Málaga en un partido de Liga cualquiera allá por el invierno de la temporada 2012-2013 su carrera y su imagen personal habían ido sufriendo un desgaste constante y progresivo que ya rozaba el escarnio público.

 

Casillas estaba roto psicológicamente, superado por un clima autodestructivo que le perseguía hasta en el plano personal y sentimental. Era el juguete roto de la prensa rosa y el periodismo amarillista en España. Pensó que en Oporto se acabaría todo lo relacionado con la farándula y que sólo importaría el fútbol. Estaba en lo cierto... aunque sólo en parte. Porque con lo que no contaba es con el hecho de que incluso jugando fuera de su país y del ambiente de su equipo de toda la vida, en una Liga de segundo nivel en Europa, esa inseguridad que las noches de pitos e insultos que había tenido que aguantar en sus dos últimas temporadas le habían hecho generarse se trasladaría también al Oporto. Nunca se ha ido. Y parece que ya nunca se irá.

 

Acusado de no estar a su nivel por Mourinho para así justificar su suplencia en el último año del portugués, lo cierto es que el verdadero nivel de Iker Casillas empezó desde ese momento a ofrecer, como poco, argumentos para un auténtico debate nacional en torno a su estatus como mejor portero de España y uno de los mejores de Europa. Muchos pensaban que ese nivel que le llevó a ser el mejor entre 2008 y 2012 estaba ahí todavía, escondido bajo un manto de pensamientos oscuros e inquietudes, y que saldría a la luz al resetear su cabeza lejos del Madrid. Las 'cantadas' que han ido salpicando su año con el equipo luso han demostrado que, fuese desde antes, fuese debido a esa estocada en la última campaña de Mourinho, Iker dejó de ser el que era.

 

Ahora está mal, cada vez peor. Su salida sin ningún sentido, corriendo 40 metros para tratar de frenar un contragolpe contario y dejando la portería vacía para que el Braga marcase a placer y dejase la Liga por imposible para su equipo muestra su estado mental actual. Abatido, dudoso de sí mismo como si de un alevín se tratase, y empezando a soportar el mismo clima de murmullos y comentarios que empezó a enterrarle en el Madrid. No igualmente destructivo, es cierto, pero tampoco alentador.

 

La MLS y el New York City parecen ser el destino más propicio ahora para el cancerbero y su familia, al tiempo que los medios en Portugal aseguran que hay pocas posibilidades de que cumpla su segundo año de contrato. Su ficha es altísima y el Oporto apenas tiene opciones de entrar de forma directa a la Champions League esta campaña. Y empieza a decepcionar. "Creían que seguía siendo muy bueno, el mejor, que podía ganar puntos por sí mismo. Pero ha decepcionado", reza el periodista portugués Miguel Pereira para el diario El Confidencial. Apunta a pre-retirada.