El vestuario del Madrid se conjura para no dar pie al peor de sus temores

Los futbolistas son conscientes del gran peligro que acecha al equipo en las próximas semanas y que quita el sueño a más de uno

Después del empate del Real Madrid en Málaga (1-1), los análisis periodisticos han coincidido en bautizar esta semana como la semana de "la caída del efecto Zidane". La ilusión generada por la llegada del francés al banquillo blanco parece haber desaparecido en gran parte después de dos pinchazos en las tres salidas en Liga que llevan hasta ahora los merengues desde que Zizou se hizo cargo del equipo. Con la excepcíón de la victoria por 0-2 en Roma y en la Champions League, cada duelo del Madrid lejos del Bernabéu ha sido una auténtica pesadilla en cuanto a juego y sensaciones.

 

El Madrid de Zidane ha variado en cuanto a estilo, intentando ser más ofensivo y espectacular, pero sólo lo consigue en casa. De hecho, su imagen como local nada tiene que ver con la que ofrece como visitante. Incluso el triunfo en el Olímpico generó críticas por las grandes fases de dominio de la Roma... y todo ello, unido a la baja moral por los nueve puntos de diferencia con respecto al Barça ha culminado en una nueva crisis -al menos en los medios- y en la creciente sensación de que no (sólo) el entrenador era el problema.

 

Porque fulminado Benítez, muy pocos son los que arrastran a Zidane en sus análisis negativos, salvo algún comentario sobre la facilidad de descifrar su estilo y su hoja de ruta: mano izquierda, poca autocrítica y once inicial y cambios lógicos y previsibles. Saca lo mejor que tiene y tiende a no variar. Pero no es Zidane el que sale en actitud contemplativa lejos del Bernabéu, ni el que falla en cuanto a los repliegues defensivos y a la presión alta sin balón, reproches más sacados a colación en estos días sobre el equipo. Los jugadores están ahora en el punto de mira.

 

Es por eso que el vestuario, consciente de las responsabilidades que ahora tiene después de los resultados cosechados, se ha conjurado para obligarse a un cambio de actitud en las próximas salidas. Sabe que su mal juego lejos de casa se debe sobre todo a una cuestión colectiva y mental, y necesita evitar que empiecen a extenderse de forma nociva esos comentarios que ya hablan de "falta de compromiso" desde algunos sectores.

 

Nada sería peor que cometer un error también en la Champions, la tabla de salvación de un Madrid al que todavía le quedan tres meses de competición. Afrontar ese tiempo sin nada por lo que luchar sería imposible de soportar para un público que cargaría contra todo, y obligaría al club a hacer algo. Ese es el mayor temor de una plantilla que pondrá toda la carne en el asador para empezar cumpliendo este sábado en el derbi ante el Atlético.