Los celos que silencian en el vestuario del Barça pueden pasar factura

La plantilla del Barcelona asume que el tridente se lleve la gloria, pero quiere su parte del pastel económica por su contribución a los éxitos.

La fórmula del éxito pactada por Luis Enrique con las tres estrellas de su plantilla se ha traducido en un éxito rotundo en el juego y los resultados del FC Barcelona, pero también ha producido efectos colaterales que se traducen en los celos latentes que se manifiestan en el resto de la plantilla. A todos les va bien sumergirse en una dinámica ganadora que garantiza la celebración de títulos, pero todos quieren participar también en el reparto de beneficios.

 

La lista de espera de los agentes de los futbolistas aguardando su turno para arreglar "lo suyo" es interminable. Todos se consideran parte fundamental en el periodo de esplendor que vive el club y quieren obtener el reconocimiento que les corresponde. Existe en la plantilla barcelonista la convicción de que para que tres se lleven la gloria, el resto está obligado a dar el callo. Lo asumen, pero quieren su recompensa. Se asume que el tridente se lleve las portadas y todos los elogios. Todos ganan y eso está bien. Pero los celos, que no se traducen en las portadas, sí se ven reflejados en la puerta del despacho del presidente.

 

Los Busquets, Rakitic, Sergi Roberto, Bravo, Piqué, Iniesta aceptan vivir en la sombra de los tres magníficos, pero llevándose lo que les toca. La felicidad en el Camp Nou es generalizada por el buen rollo que impera entre los jugadores, pero a final de temporada pueden producirse auténticos dramones si Bartomeu no recompensa a todos, no sólo a las tres estrellas, como ellos piensan que les corresponde.