Los celos de Rafa Benítez son un problema (mayor) en el Madrid

Al técnico blanco le gustaría tener un mayor reconocimiento sobre su trabajo diario en el club

Celos. Rafa Benítez lleva peor que mal que los parabienes no sean para él. El técnico del Real, explican desde dentro, tiene un ego enorme. Benítez ha hecho de la profesión su vida, se exige, exige y pide el reconocimiento que cree merecer y que en el equipo no le dispensa nadie: Rafa se siente el valuarte de una plantilla que ha regresado al triunfo. Está convencido de que su método ha rescatado al mejor Madrid, el mérito, desliza en privado, es suyo. Por más que el vestuario aborrezca trabajar a su órdenes y lo ponga a caer de un burro, Benítez insiste: él, y nadie más, han recuperado al mejor Keylor Navas, rescatado los primeros detalles de calidad de Bale, acomodado a CR7, sacado brillo a Casemiro y así con un largo etcétera.

 

Por todo Rafa lleva muy mal la falta de reconocimiento hacia su persona y peor aún las críticas: igual que el Barcelona de Guardiola era el Barça de Guardiola, el técnico del Real cree que esta Madrid es el Madrid de Benítez. Se siente el máximo protagonista del buen arranque del equipo y basa el éxito en sus capacidades como entrenador, especialmente en el planteamiento de los partidos, clave, afirma, para las victorias. Es más, asegura que el Real debería estar más agradecido por su dedicación obsesiva al trabajo y llevar al equipo más recto que un palo.

 

Insisten desde dentro que Rafa, en ocasiones, se siente como un pequeño Napoleón, que plantea los encuentros como batallas bélicas, donde las tácticas de combate se confunden con las de juego y viceversa. Benítez es un estudioso del 'enemigo' hasta el punto de coger por banda a futbolistas blancos y soltarles las debilidades de su marcador/oponente. Conoce a cada jugador con el que se mide el Madrid, un punto de 'locura' que la plantilla mira con distancia, hasta el punto del lamento: este hombre no tiene vida.