La verdad (no contada) sobre la decisión de dejar a Messi en el banquillo

Aunque los medios oficialistas vendan un derroche de feeling entre Luis Enrique y el crack, lo cierto es que simplemente se soportan.

A pesar que desde los medios oficialistas se nos vende que la relación entre Luis Enrique y Leo Messi está presidida por un buen feeling, lo cierto es que no deja de ser correcta, la exigible entre dos profesionales con un objetivo común. Los dos se respetan mutuamente y colaboran en la causa común de llevar al Barça a la conquista de títulos, pero en el plano personal nada ha cambiado. Se trata de dos personalidades contrapuestas con poco margen para la afinidad. Pero se soportan porque en el sueldo de ambos entra aguantar al otro.

 

Luis Enrique es consciente de que lo que significa Leo Messi en el Barça. Sabe que aunque él goza de buen predicamente entre la parroquia culé, Leo Messi está por encima de todo y de todos, incluido él. Y evita el contacto directo, el cuerpo a cuerpo. Por eso el técnico asturiano envió a Unzué como mensajero para tantear a Messi sobre la posibilidad de quedarse en el banquillo del Calderón. Se trataba de una aproximación para ver cómo respiraba el crack argentino. Y Leo lo entendió perfectamente. No había entrenado en toda la semana con el equipo y era lógico que, por respeto a sus compañeros, no figurara en el once inicial. Y así se lo hizo saber a Unzué para que se lo trasladara a Luis Enrique, que respiró tranquilo porque alinear de salida a un jugador que no ha trabajado un solo minuto durante la semana rompe por completo con su filosofía como entrenador.

 

No es que Luis Enrique y Leo Messi hayan mejorado sus relaciones, sino que Messi entendió que no debía jugar como titular. Así se resume la historia de Messi en el banquillo del Calderón.