Un lustro de clásicos (II): 2011-2012, el año del 'dedo de la discordia'
La segunda temporada de duelo entre Mou y Pep empezó de la peor forma
Poco más de tres meses después de la 'tormenta de clásicos', que repasamos en el primer capítulo de esta serie, el mal sabor de boca por la tensión acumulada entre los dos grandes del fútbol español no se había evaporado. Era poco tiempo. El Barça había ganado la Liga y la Champions, pero el Real Madrid había privado a los culés de conquistar otro triplete histórico arrebatándoles la Copa del Rey. Se decía que las segundas temporadas de los equipos de Mourinho eran mucho mejores que las primeras, y a eso se encomendó el club blanco para afrontar el que esperaba sería el año definitivo del cambio de ciclo.
El equipo blanco presentaba cinco caras nuevas: Sahin (Dortmund), Altintop (Bayern), Callejón (Espanyol), Varane (Lens) y Fabio Coentrao (Benfica). Drenthe, Gago, Pedro León, Canales, Garay, Mateos, Dudek Y Adebayor se habían marchado. El lateral portugués fue vendido como refuerzo estelar y más tarde se comprobaría la valía de Callejón y Varane, no así la de los dos futbolistas procedentes de la Bundesliga por distintas razones. El Barça contaba con el súper fichaje de Cesc Fabregas, el 'deseado' que regresaba a casa, más Alexis Sánchez. Hleb, Cáceres, Jeffren, Milito, Víctor Sánchez, Bojan y Henrique fueron las salidas de aquel verano. La Supercopa de España era la puesta de largo del segundo 'Mou-team'... Frente al Barça de Guardiola. Otra vez.
Aquella eliminatoria merece un capítulo por sí sola. Fue el peor recuerdo para el aficionado neutral y amante del fútbol que se puede recordar de los clásicos de los últimos años. El nivel de agresividad y tensión entre ambos equipos rozó lo inaguantable y acabó provocando una de las mayores tánganas entre futbolistas y cuerpo técnico que se recuerdan, con el célebre episodio del 'dedo en el ojo' de Mourinho al, por aquel entonces segundo entrenador culé, Tito Vilanova, que meses después acabaría siendo tristemente protagonista por temas de salud.
En la ida, disputada en el Bernabéu, el Real Madrid comenzó siendo superior. Con una presión alta muy fuerte y un nivel de intensidad superior a su rival logró adelantarse en el marcador en el minuto 13 por mediación de Mesut Özil. La pelota, eso siempre, era del Barça. El choque estuvo controlado por los blancos hasta que en dos jugadas aisladas, primero Villa con un golazo y después Messi pusieron el 1-2 antes del descanso y en apenas nueve minutos. El enfado en la grada era notorio. Xabi Alonso empató en el 54' tras recoger un rechace y ambos conjuntos dejaron todo para la vuelta en el Camp Nou.
El partido en Barcelona fue mucho más tenso. Los de Guardiola, espoleados por su público, salieron mucho mejor al campo y marcaron dos goles en la primera mitad, aprovechando su juego combinativo y el talento de Messi. Iniesta primero y el argentino, de nuevo justo antes del descanso, fueron letales. Antes había empatado Cristiano Ronaldo tras un saque de esquina. El segundo tiempo fue de infarto, con dos estilos y dos equipos peleando hasta el último centímetro de césped y el Madrid incluso renunciando a defender. Benzema empató en el 81 en otro córner y Messi anotó un gol de delirio culé a tres minutos del final, que valía un título. El '10' azulgrana había sido una pesadilla para la adelantada defensa merengue toda la noche, filtrando pases entre líneas y llegando en carrera.
Lo que siguió después, fue el estallido de mucha tensión acumulada. Una dura entrada de Marcelo a Cesc provocó empujones y puñetazos entre ambos banquillos y los dos equipos. En medio de la confusión, Villa agredió a Özil y ambos vieron la roja. Mourinho metió el dedo en el ojo al segundo técnico culé y éste contestó con un manotazo en su nuca. Un espectáculo lamentable que quedará para siempre en la historia de los Madrid-Barça. Y esa temporada no había hecho más que empezar.