El Athletic de Bilbao logra arrancarle al Barça el sextete y la confianza
No hubo remontada. Los bilbaínos lograron empatar en el Camp Nou (1-1) y levantan su primer título oficial en 31 años. El equipo azulgrana no encontró el camino y acabó desquiciado
Mientras en Bilbao el debate posterior a la Supercopa consiste en aclarar si un título de esas características merece sacar a paseo o no la famosa Gabarra, en barcelona la derrota no duele por perder el trofeo o el sextete. Despierta dudas y genera preguntas que necesariamente han de contestarse en breve, con el paso de tan sólo unos días. El exigente inicio de la Liga dirimirá si hay o no banquillo para tirar de él, si el equipo da la talla en un día malo de Messi y, sobre todo, si es algo más que un buen equipo que depende del mejor trío de delanteros del momento. El equipo de Luis Enrique no fue capaz más que de marcar un gol y no dio la sensación de superioridad como en sus mejores días de la temporada pasada. Tras un esfuerzo enorme, se dejó empatar por el Athletic mediada la segunda mitad, justo en los momentos de más desorden propiciados por la exagerada expulsión de Gerard Piqué, que tampoco estuvo demasiado listo. La remontada nunca estuvo cerca.
Bastantes cosas ha dejado claras este Barça que habrá que ir arreglando con el paso de las semanas. Para empezar, que el equipo es mucho más endeble en defensa; Segudamente, que la falta de Neymar mengua de forma peligrosamente notable las prestaciones de la ya célebre 'MSN'. Sin el brasileño y sin Leo, que en esta eliminatoria abandonó la posición de delantero para incrustarse en el centro del campo y tratar de salvar la presión del Athletic, Luis Suárez fue peligroso las veces que intervino en Bilbao y en el Camp Nou. El problema es que fueron muy pocas, sencillamente porque desapareció entre camisetas rojiblancas. Pese a todo, logró asistir a Messi a un metro de la portería y con el pecho, lo que da una muestra tanto de sus recursos de crack como de lo alto que puso el listón el equipo vasco.
El Athletic defendió bien. Tiró innumerables fueras de juego y se basó en todas las ayudas posibles, con doble lateral y cuádruple pivote si hacía falta. En este sentido, el primer central fue Aduriz. La desesperación para el Barça cada vez que los bilbaínos lanzaban un balón aéreo nacía en saber que no sólo era un despeje, era un telegrama medido al pecho del ariete que, otra vez, dominó todo por arriba.
Piqué estrelló un balón en el larguero nada más comenzar el partido. Puestos a hablar en sentido hipotético, probablemente esa jugada habrá tenido más valor del que uno pueda pensar. El fallo espoleó la táctica del Athletic y empezó a obcecar al Barça, que atacó sin descanso y con más profundidad que en la ida ayudado por una zaga de centrales capaz de empujar hacia delante y porque Andrés Iniesta y Rakitic rompen líneas mejor que nadie. El que no pudo romperlas tanto fue Messi, otra vez atrapado en la tela de araña que, en general, mantuvo al equipo de Luis Enrique de nuevo lejos de la zona de verdadero peligro.
Eraso perdonó el finiquitar la final tras un error defensivo del Barça, ese que el equipo culé tiene en todos los partidos pero que normalmente no importa. Se plantó delante de Claudio Bravo y prefirió jugársela sin excesivo ángulo a lanzar un pase de la muerte a Aduriz que Piqué tenía bastantes opciones de neutralizar. La pelota se estrelló en el lateral de la red. Instantes después, el Barcelona marcó justo antes del descanso. No hubo tiempo para más porque el Barça cayó en la trampa. Otra vez. El guardameta Iraizoz no quiso sacar la pelota de la portería y se formó un tumulto que acabó con tarjeta amarilla a Pedro y una interrupción que se comió el minuto de añadido, cabreo de Luis Enrique incluido.
La segunda mitad mejoró todavía más al Athletic. El choque siguió siendo un monólogo de posesión agónica azulgrana hasta que poco a poco las ocasiones del equipo de Valverde para cerrar la final empezaron a fluir lentamente. Fue entonces cuando Piqué perdió los nervios. Protestó de forma tan efusiva un fuera de juego que propició un lanzamiento de Aduriz a quemarropa sobre Bravo que Velasco le expulsó casi sin saber por qué. Exagerado y también innecesario por parte del central. Inexplicablemente, el Athletic se sintó entonces ganador y se infló el pecho como no había hecho antes en 145 minutos, lo que le dio al Barcelona la opción de meterse en el encuentro. Suárez perdonó y el partido se convirtió en un combate de boxeo con Aduriz y Mascherano como principales protagonistas. En estas, una pelota suelta le cayó al delantero delante de Bravo y con la defensa azulgrana mirando. No perdonó a la segunda y ahí acabó todo.
Luis Enrique metió a Sandro y Munir para dar por finiquitado el encuentro y la grada se olvidó del sextete. Este Barça queda como un gran Barça, pero no mejor que el de Pep. Y ahora afronta un futuro con dudas. Sobre todo porque los de hoy, a diferencia de los de San Mamés, sí eran los habituales.
Video: FC Barcelona 1 - Athletic Club 1 - Supercopa de España