Mario Alonso Puig, médico: “Te cuento como puedes reducir el estrés”

Practicar el silencio productivo es una gran solución

El estrés se ha convertido en un mal endémico que afecta a millones de personas en todo el mundo. Las prisas, la sobrecarga de información y la presión por ser cada vez más eficientes terminan pasando factura tanto a la salud física y, en especial a la salud mental. Sin embargo, voces autorizadas comienzan a plantear un enfoque diferente para combatir este problema: el silencio productivo.

El doctor Mario Alonso Puig, especialista en liderazgo y bienestar, explica que cada vez más empresas, universidades y hospitales están habilitando espacios de quietud para que sus trabajadores y estudiantes se pueda aislar de los espacios de trabajo en los que van acumulando estrés y ansiedad. La ciencia respalda esta tendencia: no siempre moverse más o hacer más tareas garantiza mejores resultados. “A corto plazo puede parecer que si haces más, obtienes más, pero a medio y largo plazo no es así. Sometidos al estrés, se quebranta la salud y también la eficiencia”, advierte el experto.

Trabajar mejor, no menos

La propuesta del silencio productivo no consiste en trabajar menos, sino en hacerlo de manera más saludable e inteligente. Hay que apostar por la calidad del trabajo, no por su cantidad. Esto consiste en reservar momentos del día para la calma, la reflexión y el descanso mental, alejándonos del ruido constante, de la velocidad, de la incertidumbre y de esa ansiedad que tantas veces paraliza. Incorporar pequeños paréntesis de serenidad permite oxigenar la mente y recuperar el enfoque, lo que a la larga mejora tanto el bienestar como el rendimiento.

Ser conscientes del silencio y de la relajación

Algunos ejemplos prácticos pasan por destinar unos minutos diarios al silencio consciente, realizar ejercicios de respiración o meditación breve, o simplemente sentarse sin dispositivos a observar el entorno. También ayuda organizar la agenda de manera que existan espacios sin reuniones ni interrupciones, o habilitar salas tranquilas en los lugares de trabajo donde los empleados puedan relajarse unos momentos antes de continuar con sus tareas.

Así pues, en un mundo cada vez más acelerado, el silencio productivo se revela como una estrategia imprescindible para proteger la salud, potenciar la creatividad y mantener un equilibrio emocional. Aprender a detenerse no significa perder el tiempo: es invertir en claridad, serenidad y energía para afrontar los retos diarios con mayor eficacia y bienestar.