Zarzuela trabaja para silenciar la vida poco saludable que Leonor lleva en San Javier
La discreción creciente alrededor de la princesa genera preguntas sobre su rutina en San Javier
En los últimos meses, Casa Real Española, a través de Zarzuela, ha optado por un giro estratégico en la visibilidad pública de Leonor de Borbón. Muy al contrario de los periodos anteriores, cuando su formación militar en Zaragoza o su paso por la Armada en Marín fueron expuestas con profusión de fotos, vídeos y reportajes, ahora la apuesta es por la discreción absoluta.
Este silencio informativo no es casual ni temporal: responde a una decisión consciente. Tal como recoge la información pública, las actividades de Leonor en su actual etapa en la academia aérea, formación, clases, prácticas, han quedado bajo un estricto protocolo de confidencialidad. Desde septiembre, apenas se han difundido imágenes o noticias sobre su día a día.
El motivo, según Zarzuela, parece claro: proteger la intimidad de la princesa y garantizar que su formación transcurra sin presiones externas. Pero, en paralelo, este ocultamiento ha abierto especulaciones acerca de su salud, su forma física y su estado general. En redes y ciertos medios circulan rumores de que su vida en San Javier se acompaña de poco ejercicio, ausencia de fondo físico, e incluso de que no estaría alcanzando los estándares físicos mínimos exigidos. Dicen que estos problemas ya se observaron durante sus etapas en historia militar en Marín y Zaragoza.
¿Estrategia de protección o de ocultación?
Por un lado, la retirada mediática de Leonor puede entenderse como un gesto de responsabilidad: garantizar su derecho a formarse con normalidad, sin que cada paso vaya acompañado de flashes, titulares o críticas. En ese sentido, proteger su intimidad y evitar una sobreexposición suena razonable, especialmente en vista del papel institucional que deberá asumir en el futuro.
Sin embargo, por otro lado, este hermetismo también genera opacidad. Al dejar fuera de la vista pública su día a día, se alimentan rumores, fundados o no, sobre su estado físico y su estilo de vida. La ausencia de imágenes que muestren su entrenamiento, su condición física o su rutina deja un vacío informativo que se llena con especulaciones. Eso abre una discusión incómoda: ¿es la discreción una forma de respeto o una estrategia para evitar que se conozcan problemas de fondo?
Si la preocupación real fuera la salud o el bienestar de Leonor, quizá lo más adecuado sería combinar discreción con transparencia: permitir acceso a información sobre su estado físico, su rutina de entrenamiento, su adaptación, sin necesidad de convertir cada momento en un espectáculo. Pero dejarlo todo bajo silencio absoluto puede, finalmente, alimentar más dudas que certezas.