Zarzuela empieza a vigilar las llamadas de Juan Carlos I
La preocupación en Zarzuela aumenta ante los recientes comportamientos del rey emérito
En Zarzuela crece la inquietud. Lo que hace unos años eran simples comentarios sobre el desgaste propio de la edad, hoy se ha convertido en una preocupación constante sobre el estado real de Juan Carlos I. A sus 87 años, el rey emérito acumula episodios de despiste, confusión y olvidos que están encendiendo todas las alarmas en la Casa Real. El vídeo que recientemente circuló por redes sociales, donde se le ve desorientado y con dificultades para mantener un discurso coherente, ha sido el detonante definitivo para que el equipo de Felipe VI decida tomar cartas en el asunto.
La sensación entre quienes le rodean es que Juan Carlos “está perdiendo el norte”, como reconocen fuentes cercanas. En los últimos meses, ha mezclado nombres, olvidado citas y mostrado dificultades para seguir conversaciones complejas. Nada de esto sería especialmente grave si no fuera porque el emérito sigue atendiendo llamadas de amigos, empresarios e incluso figuras políticas que buscan hablar con él. Y ahí está el riesgo: en su estado, cualquier comentario improvisado puede desencadenar un problema institucional.
Felipe VI es plenamente consciente de ello. Después de años intentando controlar el impacto mediático de las decisiones de su padre, ha optado por una medida tan delicada como necesaria: reforzar la vigilancia sobre las comunicaciones del emérito. Y lo ha hecho confiando en alguien de su círculo más íntimo.
La infanta Elena, clave en el control de las llamadas
La encargada de supervisar las llamadas de Juan Carlos I será la infanta Elena. No por casualidad. Ella es, desde hace décadas, la hija más unida al emérito, la única que ha mantenido una lealtad inquebrantable pese a sus errores y escándalos. Elena lo conoce, sabe cómo hablarle y, sobre todo, puede intervenir sin que él se sienta vigilado.
Según fuentes de Zarzuela, Felipe VI le ha pedido que esté atenta a quién llama, cuánto dura la conversación y, sobre todo, qué tipo de temas se tratan. La infanta no actuará sola: los servicios de seguridad ya monitorizan discretamente las comunicaciones para detectar contactos sensibles o diálogos potencialmente problemáticos.
El objetivo es claro: evitar que una llamada mal gestionada, una confidencia, un comentario fuera de lugar o una conversación con alguien que no debería tener acceso a él, termine filtrándose a la prensa y generando una nueva crisis para la institución. La monarquía ya ha cargado durante años con los escándalos del emérito, y Felipe VI quiere evitar que un desliz a causa del deterioro cognitivo vuelva a sacudir la estabilidad del trono.