Zarzuela castiga a Letizia por los sucesos del viernes al sábado
La reina enfrenta una semana difícil en medio de tensiones familiares y restricciones de agenda.
Letizia experimenta uno de los momentos más estresantes desde que se incorporó a la familia real. De acuerdo con fuentes próximas a Zarzuela, las discrepancias entre la reina y el resto de la Casa Real se han agudizado a grados alarmantes.
Después de meses de polémicas, Letizia declinó participar en el matrimonio en Jordania, un acontecimiento que habría congregado a figuras fundamentales de la realeza mundial. Su elección fue entendida como un medio para manifestar su descontento con la reciente aparición de Juan Carlos en ámbitos familiares, lo que ella ve como un desliz hacia la reputación de la monarquía.
Tensiones y discrepancias
La separación de Letizia no se circunscribe únicamente a su suegro. Parece que sus vínculos con las infantas Cristina y Elena se han desmoronado totalmente. Letizia habría manifestado en privado su intención de no cruzarse con ellas, particularmente tras que la fundación en la que ambas están involucradas ganó un papel inesperado. En estas circunstancias, la reina se evadió del escenario público justo cuando se difundió una nueva denuncia contra Juan Carlos, lo cual intensificó las especulaciones acerca de sus conflictos con Felipe VI.
Letizia responsabiliza a su marido por lo que considera una amenazante permisividad hacia las acciones de Juan Carlos y su esfuerzo por reconciliarse con Cristina. Desde su punto de vista, estos actos no solo dañan la reputación de la corona, sino que también constituyen un peligro directo para el porvenir de su hija Leonor, a la que Letizia ve como su principal prioridad.
La respuesta de Zarzuela: agenda reducida y la vuelta de Sofía
En este complejo escenario, parece que la Casa Real ha adoptado una actitud de contención. Esta semana, Letizia solo cuenta con dos citas oficiales en su calendario, una disminución significativa en relación a las nueve tareas asignadas al monarca Felipe. La decisión no ha sido inadvertida y algunos la han entendido como un método para "enfriar" la imagen de la reina en medio de la tempestad mediática.
Simultáneamente, la reina Sofía, cuya presencia había sido relegada en años recientes, ha experimentado un auge en su labor pública. Esta semana están programados dos eventos, un movimiento que muchos interpretan como un esfuerzo de la Casa Real por restaurar la percepción de unidad que la situación actual ha desgastado. Sofía, que siempre ha gestionado de manera eficiente los escándalos que han envuelto a la familia, parece ser una estrategia segura para mitigar el efecto de los últimos sucesos.
En Zarzuela, el clima aún no ha logrado estabilizarse. Aunque Letizia sostiene que Felipe debe actuar con mayor determinación para salvaguardar la reputación de la institución y el patrimonio de sus hijas, el monarca parece tomar una actitud más conciliadora con su padre y sus hermanas. Este enfrentamiento de perspectivas, junto con el notable malestar de Letizia, sitúa a la familia real en el núcleo del conflicto. El desenlace: un horario restringido para la reina y la reaparición de Sofía como representante visible de la monarquía. La tensión, en lugar de disminuir, pone en peligro los meses venideros, mientras los retos internos se añaden a la presión incesante de la opinión pública.