Oficiales de San Javier empiezan a estar molestos por los privilegios de Leonor
Los cadetes perciben un trato diferenciado que rompe la igualdad en la Academia General del Aire
Desde que la princesa Leonor inició su etapa en la Academia General del Aire de San Javier el 1 de septiembre, su presencia no ha pasado desapercibida. La heredera al trono ha comenzado el último tramo antes de obtener su tercera condecoración, un paso que, en teoría, debería situarla al mismo nivel que sus compañeros. Sin embargo, algunos cadetes han percibido desde el primer día que su rutina difiere notablemente.
Mientras los demás se enfrentan a madrugadas, disciplina estricta y exigencias físicas, Leonor no siempre alcanza los mínimos en las pruebas de resistencia y marcha. Aun así, sus calificaciones oficiales se mantienen en la excelencia, generando murmullos entre los compañeros que consideran que los estándares aplicados a ella no son los mismos que para el resto. Además, su acercamiento a la aviación es gradual: aún se limita a simuladores de vuelo y no ha tenido contacto con aeronaves reales, debido a su temor a las alturas, lo que refuerza la percepción de un trato adaptado a su conveniencia.
Privilegios que generan tensión
Más allá de la formación, hay ventajas que llaman la atención de los cadetes. La princesa puede comunicarse diariamente con sus padres a través de su teléfono personal, mientras los demás permanecen días sin contacto familiar. También dispone de una habitación privada y no está obligada a seguir estrictamente los horarios del comedor, pudiendo recibir comidas según su preferencia.
Estos beneficios se perciben como un quebranto a la igualdad que caracteriza la academia. Incluso algunos superiores habrían recibido instrucciones para supervisar de cerca su entorno, asegurándose de que nada falle a su alrededor. En evaluaciones físicas, las exigencias más duras se adaptan, lo que permite que Leonor se mantenga a la altura de la promoción sin cumplir todas las marcas que se exigen a sus compañeros.
Los cadetes reconocen el esfuerzo de la princesa y comprenden la presión de su posición, pero también sienten que las reglas no son iguales para todos. Los comentarios entre ellos y con sus familias reflejan cierta frustración: mientras Leonor progresa en su entrenamiento con apoyo y flexibilidad, ellos enfrentan diariamente los mismos retos sin excepción. En San Javier, la percepción de trato especial no pasa desapercibida y, por ahora, está generando más de una conversación incómoda entre los oficiales y cadetes.