Oficiales de San Javier aíslan a Leonor por problemas de disciplina la noche del martes
Un incidente nocturno reabre el debate sobre la disciplina en la formación militar
La estancia de la princesa Leonor en la Escuela del Aire de San Javier está demostrando ser uno de los tramos más duros de su preparación militar. Tras haber completado ya sus etapas en Zaragoza y Marín, este último curso debería ser el cierre natural de un recorrido intenso, previo a su salto a la universidad. Sin embargo, la heredera está encontrándose con retos más complejos de lo esperado.
Uno de los obstáculos más evidentes es su dificultad con las alturas, un factor que limita su participación en prácticas reales de vuelo y que la obliga a concentrar la mayor parte del entrenamiento en simuladores. Mientras muchos de sus compañeros viven la aviación con auténtica pasión, para Leonor este proceso representa más una responsabilidad institucional que una vocación personal. A ello se suma una exigencia física que no siempre consigue cumplir y un ritmo de trabajo que requiere constancia y firmeza.
Pese a ello, la Casa Real mantiene una consigna clara: la princesa no debe recibir privilegios. Felipe VI y la reina Letizia han insistido en que su hija sea tratada como cualquier otro cadete. Aunque su agenda oficial obliga a realizar algunos ajustes, los instructores tienen la última palabra en lo relativo a normas, esfuerzo y disciplina.
Aislamiento por indisciplina: una medida ejemplarizante
La noche del martes ha marcado un punto de inflexión en la vida de la princesa dentro de la academia. Según fuentes internas, Leonor regresó más tarde de lo permitido a los dormitorios, infringiendo una norma elemental del centro. No era la primera vez que superaba la hora límite, marcada estrictamente a las 22:30, y los oficiales decidieron actuar con contundencia.
La sanción consistió en un periodo breve de aislamiento, similar al que reciben otros alumnos cuando se saltan las normas sin justificación. Esta medida, lejos de generar polémica interna, fue recibida como una declaración firme de los instructores: en San Javier todos son iguales, independientemente de títulos o futuro institucional.
El aislamiento pretende ser un recordatorio de que la disciplina no es negociable, especialmente en un entorno militar. Para Leonor, supone una llamada de atención que encaja con la filosofía de formación que está recibiendo: asumir las consecuencias de cada decisión y aprender de los errores sin excepción.