Miguel Urdangarin, invitado a no regresar después de no superar el periodo de prueba

Un paso inesperado complica su camino

El nombre de Miguel Urdangarin vuelve a aparecer en la prensa, aunque no por los motivos que muchos imaginaban cuando decidió instalarse de nuevo en España. El hijo menor de la infanta Cristina, discreto por naturaleza y siempre alejado del foco mediático, regresa ahora a los titulares por una razón incómoda: no superó el periodo de prueba en la empresa donde trabajaba como becario. Un revés laboral que, lejos de quedar como una anécdota, ha alimentado la sensación de que el joven se encuentra hoy en una especie de tierra de nadie.

Miguel, que acaba de cumplir 23 años, dejó Londres tras licenciarse en Ciencias del Mar. Su mudanza abrió la puerta a todo tipo de especulaciones sobre su futuro profesional, especialmente porque muchos creían que su apellido le allanaría cualquier camino. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta: no hubo contratos de lujo, ni puestos asegurados, ni un ascenso inmediato al mundo corporativo. Al contrario, probó suerte como becario en una empresa relacionada con la gestión medioambiental, y ni siquiera ahí logró encontrar estabilidad.

A esta situación se suma el hermetismo que rodea su día a día. Su presencia es tan discreta que incluso su residencia actual genera dudas. Todo apunta a que sigue viviendo en Zarzuela, aunque nada está confirmado. Lo único cierto es que no se le ha visto entrar ni salir de ningún puesto de trabajo desde aquella breve experiencia laboral.

Entre el misterio y la presión mediática

El caso de Miguel contrasta con el camino de su hermano Pablo, plenamente integrado en el mundo deportivo, o con la presencia pública de Victoria Federica. Él, en cambio, se mueve entre el misterio y una aparente falta de rumbo profesional, algo que no pasa desapercibido en una familia cuya vida está permanentemente bajo lupa.

Algunos expertos en Casa Real recuerdan que Miguel siempre fue considerado “el sensato” del clan, el más reservado, el más académico. Por eso sorprende aún más verlo atravesar este momento de indefinición. No estudia, no trabaja y, según todas las informaciones disponibles, depende económicamente de su madre mientras decide qué hacer con su futuro.

Aun así, mantiene cierta estabilidad emocional gracias a su relación sentimental con Olympia Beracasa, una antigua compañera de estudios. Pero en lo profesional, el panorama sigue siendo incierto. Por ahora, Miguel Urdangarin continúa navegando en aguas desconocidas, intentando encontrar un lugar propio en un mundo que observa cada uno de sus pasos con lupa.