Miembros del club de pádel de Vitoria de Iñaki Urdangarin explican que no trabaja
Los socios del club aseguran que su rutina diaria desmiente su supuesto trabajo como coach empresarial
Iñaki Urdangarin ha intentado lavar su imagen. Hace poco concedió una entrevista para presentar su nuevo “trabajo”: una marca de coaching empresarial. Sin embargo, quienes le ven cada día en el club de pádel de Vitoria aseguran que no trabaja. “Pasa allí las mañanas y las tardes”, cuentan algunos socios. Se le ve relajado, como si no tuviera preocupaciones laborales.
Esa supuesta empresa de coaching, según fuentes cercanas, es solo una tapadera. Una forma de justificar que sigue teniendo ingresos. Pero no los obtiene con esfuerzo o talento empresarial, sino por un pacto silencioso con su exmujer, la infanta Cristina, y su exsuegro, el rey emérito Juan Carlos I. Ambos le pasan dinero mensualmente para mantenerle alejado de los medios y de escándalos que puedan dañar a la familia real.
Un secreto a voces entre compañeros
En el club de pádel, donde es ya casi una figura fija, no son pocos los que comentan su verdadero estilo de vida. Dicen que ni él ni Ainhoa Armentia trabajan realmente. Ella ha dejado su puesto, y él vive como si siguiera en los tiempos dorados de Zarzuela. Viajes constantes, hoteles de lujo, champán de 2.000 euros y compras en boutiques exclusivas.
Todo eso con la supuesta prestación de 900 euros por haber estado en prisión. Un ingreso claramente insuficiente. Los rumores apuntan a una cifra escandalosa: hasta 25.000 euros mensuales enviados desde Suiza por el emérito, y que luego seguiría pagando Cristina. Hay incluso quien dice que Urdangarin ha pedido duplicar esa cantidad, bajo amenaza de publicar unas memorias que ya estarían escritas.
Sus compañeros en el club no se tragan el cuento del emprendimiento. Saben que lo suyo es una vida financiada por silencio y conveniencia. El coaching es solo fachada. El verdadero negocio está en callar y no molestar.
Por eso, cada vez que alguien le menciona su "nuevo proyecto", los socios solo esbozan una sonrisa. Para ellos, el secreto de Iñaki ya no es secreto. Lleva una vida sin obligaciones ni horarios, rodeado de lujos que pocos pueden permitirse, financiada discretamente por quienes prefieren pagar su silencio antes que arriesgarse a que hable.