Mandos del ejército destapan el engaño de Leonor: “Si no fuera quien es la habrían echado”
El físico de Leonor dejaba mucho que desear
La imagen perfecta de Leonor como alumna ejemplar en su formación militar no se corresponde con lo que se comenta tras los muros de las academias. Desde dentro, varios mandos reconocen que la heredera al trono no alcanzaría los estándares mínimos si fuese una cadete más. Su apellido, aseguran, es lo único que le garantiza seguir en un recorrido que para cualquier otra persona estaría terminado desde el primer curso.
La realidad es que los informes internos son claros: Leonor responde bien en las aulas, memoriza y cumple con las clases teóricas, pero tropieza una y otra vez en el terreno físico. El ejército exige resistencia, fuerza y disciplina diaria, y ahí es donde la princesa se desinfla. Su rendimiento está por debajo de la media y las carencias se repiten en cada etapa. No se trata de falta de voluntad, sino de una preparación deficiente y de una condición física que nunca ha estado al nivel de la exigencia militar.
El apellido salvó a Leonor
Y es que la indulgencia ha sido la norma en todo este proceso. Si no llevara la sangre de Borbón, las notas no le habrían permitido continuar y su plaza ya estaría en manos de alguien más preparado. Esa es la verdad que se comenta entre instructores y mandos con un tono de resignación. Porque saben que en su caso las reglas nunca serán iguales, que la princesa no puede fracasar aunque su expediente esté lejos de ser brillante.
De este modo, lo que se vende como un ejemplo de entrega y vocación es, en realidad, un camino allanado para garantizar que nada altere la imagen de la futura reina. La protección es absoluta: mejores recursos, entrenamientos adaptados y un trato que dista mucho del que reciben sus compañeros. Todo está diseñado para que supere las pruebas sin importar el resultado real.
Así pues, el mensaje que resuena en los pasillos de los cuarteles es inequívoco. Leonor no continúa en el ejército por mérito, sino por apellido. Cualquier otra cadete con su nivel ya estaría fuera. Ella, en cambio, seguirá acumulando medallas y diplomas porque su destino lo exige, aunque los soldados que la rodean conozcan de sobra la otra cara de la historia.