Los especialistas advierten a Charlene de Mónaco: "debe haber un control y retirada"

El abuso de fármacos es algo demasiado extendido en la sociedad y ha llegado a Charlene

Desde Mónaco llegan informaciones que apuntan a un drama privado que ha marcado la vida de Charlene de Mónaco desde hace más de una década. Según diversos medios, la princesa comenzó a abusar de ciertos fármacos tras su matrimonio con Alberto de Mónaco en 2011, y lo que en principio pudo parecer un recurso puntual para manejar el estrés se ha convertido en una lucha constante contra una adicción que todavía hoy le pasa factura.

La situación no es normal ni anecdótica. Fuentes cercanas aseguran que, a pesar de haber acudido a distintos centros de tratamiento y de someterse a múltiples terapias, Charlene no ha logrado liberarse por completo de esta dependencia. La batalla, dicen, ha sido dura y prolongada: entre recaídas y tratamientos, la princesa ha intentado recuperar el control de su vida, pero la adicción ha demostrado ser un enemigo implacable que no se supera de la noche a la mañana.

De cuatro semanas a más de 14 años

El caso de Charlene también refleja un problema más amplio en el uso de fármacos hipnóticos. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) advierte que estos medicamentos deben emplearse únicamente cuando sea imprescindible, en la dosis mínima y durante un periodo que no supere las cuatro semanas, con revisiones constantes. Sin embargo, como recuerda la doctora Ainhoa Vázquez, en la práctica muchos pacientes prolongan su uso durante años, lo que provoca dependencia y consecuencias físicas y psicológicas graves. «Muchas veces todos los profesionales caemos en que un médico las puso en un momento determinado y no las quitó. Siempre debe haber un control y una retirada», añade la especialista.

En este contexto, la historia de Charlene de Mónaco se convierte en un ejemplo extremo de cómo una adicción puede arraigarse silenciosamente. Lo que comenzó como un intento de manejar la presión de la vida pública y el matrimonio real se transformó en un problema crónico que no ha sido fácil de tratar ni con centros especializados ni con medicación.

Así pues, detrás de la imagen impecable y los actos protocolarios, Charlene enfrenta una lucha diaria que pocos conocen, un conflicto íntimo que evidencia que incluso quienes parecen tenerlo todo no están exentos de sufrir adicciones que marcan la vida y la salud durante años.