Letizia tiene de los nervios a Leonor por sus constantes intromisiones en San Javier
La sobreprotección choca con el deseo de independencia de Leonor
La etapa de la princesa Leonor en la Academia General del Aire de San Javier es uno de los momentos más exigentes y simbólicos de su formación. No solo por la dureza militar, sino por lo que representa a nivel institucional y personal. En ese contexto, la figura de la reina Letizia vuelve a cobrar un protagonismo especial. Según comentan fuentes cercanas al entorno, la Reina quiere saberlo todo: cómo entrena su hija, cómo se encuentra, qué decisiones se toman y hasta cómo evoluciona su día a día.
Esa implicación constante, nacida claramente de la preocupación y del instinto protector, no siempre es bien recibida por Leonor. La heredera vive un proceso de madurez acelerada, rodeada de disciplina, normas estrictas y una presión añadida por su condición. En ese escenario, sentir que su madre está permanentemente encima le genera nerviosismo y cierta sensación de falta de espacio propio. Leonor quiere demostrar que puede sola, que está preparada y que no necesita una supervisión constante desde fuera.
Letizia, perfeccionista y muy consciente de la imagen pública de la Corona, no termina de soltar la mano. Le cuesta dar un paso atrás, incluso cuando el protocolo y la institución piden justo lo contrario: discreción y confianza plena en la formación militar.
Choque de etapas y necesidad de distancia
El conflicto no es grave, pero sí evidente. Leonor está en una edad en la que busca autonomía, identidad y margen para equivocarse. San Javier no es solo una academia, es una prueba de carácter. Y cada llamada, cada consulta y cada intervención externa se perciben como una intromisión en un espacio que ella siente que debe conquistar por mérito propio.
Desde su entorno se explica que la princesa intenta gestionar la situación con madurez. No hay enfrentamientos directos ni reproches abiertos, pero sí incomodidad. Letizia pregunta, insiste y quiere estar informada de todo. Leonor, en cambio, necesita centrarse, desconectar del ruido y vivir la experiencia como una cadete más, dentro de lo posible.
Este tipo de tensiones no son nuevas en la familia real. Ya se han visto en otras etapas formativas de la heredera. La diferencia es que ahora el escenario es más rígido y menos flexible. La formación militar no admite excepciones, ni siquiera para una futura reina. Desde Zarzuela se intenta equilibrar la situación. Felipe VI actúa como figura moderadora, consciente de que Leonor necesita espacio para crecer y de que Letizia actúa movida por el miedo a que algo se escape de su control. El reto está en encontrar el punto medio.