Leonor lloró al ver al abuelo un año después muy desmejorado y con lagunas de memoria
Leonor vive un emotivo reencuentro marcado por la fragilidad de su abuelo
Después de mucho tiempo separados, la princesa Leonor se reencontró con su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I, en un momento cargado de emoción. El encuentro, que había generado gran expectación en el seno de la familia real, no fue una simple visita protocolaria: Leonor llegó con la preocupación evidente, consciente de que la salud de su abuelo había sufrido un notable deterioro. Según diversos medios, su abrazo al verle fue intenso y hasta conmovió a quienes estaban cerca, desbordada por una mezcla de cariño, incertidumbre y tristeza al comprobar al hombre que fue clave en su vida en un estado muy distinto al que conocía.
Ese reencuentro parece haber sido mucho más que un gesto diplomático: la nieta mayor no solo quería rendir homenaje a su abuelo, sino también mostrar un vínculo emocional profundo. No es extraño que en un momento así hayan aflorado las lágrimas, no solo por la distancia vivida, sino por la realidad tan cruda de ver que quien fue un rey fuerte ahora está frágil, física y mentalmente.
Las preocupaciones por su estado mental
La principal inquietud que rodea a Juan Carlos no es solo su movilidad, marcada por una artrosis severa que limita sus desplazamientos, sino también sus recientes problemas cognitivos. Según el periodista José Antonio Zarzalejos, estaría sufriendo lapsus de memoria que apuntan a una posible “demencia senil” o, al menos, a un deterioro cognitivo significativo.
Informes del entorno familiar reflejan que olvida nombres, confunde amistades y en ocasiones parece desorientado, algo que ha despertado preocupación en Zarzuela. Según otras fuentes, estos fallos de memoria no son solo esporádicos: sus hijos habrían consultado con médicos y valorado, por ejemplo, un cambio de residencia para evitar los largos viajes desde Abu Dabi.
Más aún, quienes conviven con él dicen que no reconoce a determinadas personas y vive en una especie de burbuja, sin ser plenamente consciente del paso del tiempo o de la gravedad de sus propias limitaciones. Este declive cognitivo, lejos de ser meramente anecdótico, está teniendo un impacto emocional muy profundo para Leonor, que al ver a su abuelo desmejorado combina el dolor del presente con el peso simbólico de lo que él representa para la monarquía y para su propia vida.