Leonor entra con mal pie a la Academia del Aire de San Javier

La llegada de Leonor a San Javier no ha ido como se esperaban

La llegada de Leonor a la Academia General del Aire de San Javier no ha sido el comienzo soñado. La heredera, que afronta la última etapa de su formación militar, no está al nivel de sus compañeros, y así lo señalan voces internas que conviven a diario con ella. Lo que en público se vende como un paso firme y ejemplar, dentro de la academia se comenta como un lastre que sus instructores deben disimular a toda costa.

La verdad es que la princesa acumula un historial que ya en Zaragoza, en la Escuela Militar de Tierra, y en la Marina, con su paso por Marín y Elcano, dejó en evidencia sus limitaciones. Siempre ha aprobado, sí, pero no por méritos propios, sino por ser quien es. El patrón se repite ahora en San Javier: buena predisposición en las aulas, pero un rendimiento físico insuficiente que la aleja de los mínimos exigidos a cualquier cadete.

Leonor y el físico: un problema que viene de lejos

Y es que el talón de Aquiles de Leonor está claro: la condición física. Las pruebas de resistencia, las marchas y los entrenamientos de campo se le hacen cuesta arriba. No falta voluntad, dicen, pero sí preparación y disciplina previa. En cualquier otro caso, una cadete con ese expediente no pasaría el filtro, pero el apellido Borbón pesa más que las marcas cronometradas en pista o las flexiones en el patio de armas.

De este modo, lo que oficialmente se presenta como un ejemplo de entrega y vocación no es más que un itinerario blindado para que la futura reina luzca uniforme, medallas y diplomas. La protección es evidente: entrenamientos adaptados, trato diferenciado y un recorrido donde el fracaso no está contemplado. Los mandos lo saben y lo asumen con resignación, conscientes de que ella no puede suspender.

Así pues, el mensaje en San Javier es claro: Leonor no progresa por méritos, sino por privilegio. Sus compañeros lo ven, sus superiores lo saben y, aun así, el camino seguirá abierto para ella. Una carrera militar diseñada no para formar a una soldado de verdad, sino para consolidar la imagen de la heredera, aunque el uniforme no logre esconder las grietas de la realidad.