Las infantas Elena y Cristina piden a su hermano que haga las paces con su padre porque se está muriendo
Tensión y emoción en el entorno de la Familia Real ante una situación cada vez más delicada
La salud del rey emérito Juan Carlos I se ha deteriorado notablemente en los últimos meses. Vive un episodio crítico, según fuentes cercanas citadas por El Confidencial Digital, y su entorno más próximo teme que el final esté cerca. A sus 87 años, los achaques de la edad y una posible demencia avanzan con rapidez. Camina con dificultad, apenas se comunica y pasa la mayor parte del tiempo solo en Abu Dabi. En este contexto, las infantas Elena y Cristina han dado un paso adelante. Quieren que su hermano, el rey Felipe VI, se reconcilie con su padre antes de que sea demasiado tarde.
El tiempo se agota
La preocupación crece en Zarzuela. Aunque el emérito lleva años fuera del foco, su figura sigue pesando. Lo cierto es que la vida se le escapa. Ya no es el hombre fuerte y enérgico que fue en su juventud. La memoria le falla, la movilidad está muy limitada y, según fuentes como el periodista José Antonio Zarzalejos, su estado mental es cada vez más frágil.
Las hijas del rey emérito, que nunca rompieron el vínculo con él, son conscientes de que el tiempo corre en su contra. Han insistido a Felipe VI para que dé un paso, aunque sea simbólico, para sanar viejas heridas. No se trata de cuestiones políticas ni institucionales, sino de algo más simple: un gesto de humanidad entre padre e hijo.
Una reconciliación necesaria
Desde que Juan Carlos abandonó España en 2020, el distanciamiento con su hijo ha sido evidente. La Corona ha buscado marcar distancia para preservar su imagen. Pero ahora, ante la proximidad del final, ese muro empieza a parecer más frágil.
Elena y Cristina han viajado varias veces a Abu Dabi. Conocen de primera mano el declive de su padre. Por eso insisten: es el momento de dejar atrás rencores y ofrecer un cierre digno. No se espera una vuelta del emérito a España a corto plazo, pero sí se desea un último encuentro familiar que permita despedirse con cierta paz.
El rey Felipe guarda silencio, pero el peso emocional de la situación podría empujarlo a actuar. Porque más allá del protocolo y las obligaciones, sigue habiendo una familia detrás de la Corona. Y, como en cualquier familia, llega un momento en el que solo importa decir adiós con el corazón en paz.