La reina Sofía vive recluida en Zarzuela, no tiene relación con las niñas cuando están, con Letizia ni habla

Aislada en Zarzuela, la reina emérita atraviesa un momento marcado por el silencio y la distancia familiar

La reina Sofía atraviesa uno de los momentos más solitarios de su vida. Su rutina transcurre casi por completo dentro del Palacio de la Zarzuela, donde cada día parece repetirse. Apenas se deja ver y, cuando lo hace, es en actos oficiales o compromisos institucionales puntuales. El resto del tiempo lo pasa en sus habitaciones, en un entorno silencioso y muy distinto al que conoció en el pasado.

Su compañía más constante es su hermana Irene, con quien mantiene un lazo muy fuerte. Sin embargo, la salud delicada de Irene limita sus encuentros y deja a Sofía aún más aislada. Esta relación fraternal se ha convertido en su principal refugio emocional.

En lo familiar, la distancia es evidente. La reina emérita convive en el mismo recinto que el resto de la familia real, pero eso no significa que haya trato cercano. Con la reina Letizia, el contacto es prácticamente inexistente. No comparten tiempo juntas, ni siquiera en momentos en que las nietas están presentes.

Un vínculo roto con sus nietas

Uno de los aspectos que más llaman la atención es la falta de relación con la princesa Leonor y la infanta Sofía. A pesar de vivir a pocos metros, las jóvenes apenas pasan tiempo con su abuela. Ni siquiera cuando regresan a Madrid para vacaciones o actos públicos se producen visitas privadas.

La reina Sofía siempre ha sido una figura muy familiar, volcada en el cuidado de sus hijos y nietas. Sin embargo, con el paso de los años, las circunstancias han cambiado. Letizia mantiene un control férreo sobre el entorno de sus hijas, y eso ha reducido al mínimo el contacto con la abuela paterna.

Esta situación preocupa a quienes han estado cerca de la reina Sofía a lo largo de los años. Dicen que, aunque intenta mantener una actitud serena, el distanciamiento con sus nietas y el silencio con Letizia le pesan más de lo que deja entrever en público.

Hoy, la reina emérita parece resignada a vivir su papel desde un segundo plano. Participa en la vida institucional cuando se le solicita, pero su día a día se desarrolla en un entorno discreto, sin la calidez familiar que antes la rodeaba. Su vida en Zarzuela es, en apariencia, tranquila, pero bajo esa calma se esconde una soledad que cada vez se hace más visible.