La reina Sofía tiene citas discretas una vez al mes en el palacete del centro de Madrid
Encuentros discretos que muestran una faceta íntima y poco conocida de la reina emérita
En el corazón de Madrid, en un palacete de la zona de San Bernardo, la reina Sofía mantiene una cita muy especial una vez al mes. No se trata de reuniones oficiales ni de actos públicos, sino de encuentros discretos, casi secretos, donde el misterio y la curiosidad se dan la mano. Según ha contado el periodista Fernando López, estas reuniones se centran en temas poco comunes para una figura de la realeza: el esoterismo, los ovnis, la vida en Marte y otros enigmas del universo.
Quienes han tenido la fortuna de asistir aseguran que allí se respira calma y respeto. Los invitados, científicos, intelectuales y amigos de confianza, la llaman “La Señora”. Llegan puntuales, sobre las cinco y media de la tarde. Ella, siempre reservada, aparece poco después, alrededor de las seis. No hay protocolo ni cámaras. Solo tertulia, reflexión y una profunda curiosidad por lo desconocido.
Entre los asistentes, se menciona a personalidades como el astronauta Pedro Duque o el reconocido investigador Mariano Barbacid. Conversaciones que, sin duda, mezclan ciencia y espiritualidad, dos temas que siempre han despertado el interés de la reina emérita.
Una herencia espiritual familiar
El gusto de doña Sofía por estos temas no es casualidad. Su madre, la reina Federica de Grecia, ya inculcó en sus hijas el amor por la cultura oriental y el pensamiento filosófico. Durante su juventud, Federica vivió en Madras, en la India, donde fue discípula de un maestro espiritual. Allí se empapó de las tradiciones hindúes, la meditación y la búsqueda de la verdad interior. Esa herencia marcó profundamente tanto a la reina Sofía como a su hermana Irene.
Hoy, en plena madurez, la reina emérita sigue explorando esos caminos del alma. Lejos de los focos, encuentra en esas reuniones mensuales un refugio donde la curiosidad y la serenidad conviven. No hay nada frívolo en ellas, sino una sincera búsqueda de respuestas sobre el universo y la condición humana.
En silencio y con discreción, la reina Sofía mantiene viva su pasión por el conocimiento, demostrando que incluso en los palacios más solemnes siempre hay espacio para el misterio y la compañia.