La reina Sofía ya no se engaña. Sabe que algo va mal, muy mal. Juan Carlos I, su marido durante más de medio siglo, atraviesa uno de los momentos más oscuros de su vida. Y no se trata solo de salud física, sino mental. El diagnóstico reciente ha sido el golpe definitivo. Los médicos le han comunicado que deberá usar una silla de ruedas para siempre. Ya no hay margen para tratamientos milagrosos. Ni células madre ni terapias de vanguardia, nada ha funcionado.
Este mensaje ha sido demoledor para el emérito. Siempre quiso envejecer con dignidad, lejos del ruido, pero no inmóvil. La idea de no volver a caminar lo hunde. Y sus hijos lo saben. Hace un mes se reunieron de urgencia en Zarzuela. El tema central fue su padre. Su salud, sí. Pero también su estado emocional. Porque Juan Carlos I no está bien. No quiere hablar, no quiere ver a nadie. Ni siquiera a Marta Gayà, su gran apoyo en estos últimos años. Se encierra en su casa de Abu Dabi y no permite que nadie lo vea así: vulnerable, apagado, vencido.
Sofía, entre la preocupación y la impotencia
La reina Sofía intenta mantenerse firme, pero verla así duele. No es solo el deterioro físico. Lo que más le inquieta es cómo se está apagando por dentro. Juan Carlos I, siempre orgulloso, siempre vital, se siente ahora como un rey derrotado. Se lo ha dicho a sus más cercanos: “Para vivir así, mejor no vivir”. Palabras duras, pero sinceras.
El debate en la familia real es claro: ¿debe volver a España? Sofía lo desea. Cree que estar cerca de los suyos puede darle algo de paz. Pero el exilio le protege de otros males. Sobre todo, económicos. En Emiratos, Juan Carlos no tiene que dar explicaciones sobre su patrimonio. Y eso pesa. Aun así, su regreso no se descarta. Cada vez pasa más tiempo aquí. Aunque no volvería a Zarzuela. Galicia o incluso Portugal suenan como destinos probables.
Lo cierto es que el emérito está más cerca del final que nunca. Y Sofía, aunque distante en otros tiempos, ahora solo quiere acompañarlo. Porque al final, más allá del protocolo, son dos personas mayores enfrentando juntas lo inevitable.