La reina Sofía acude sin escolta 2 veces al mes al mismo palacete de Madrid del que sale de madrugada
La reina Sofía e Irene de Grecia compartían una afición hasta ahora desconocida
Desde que Felipe VI decidió enviar a su padre, Juan Carlos I, a Abu Dabi en medio de controversias, la reina emérita Sofía ha permanecido sola en el Palacio de la Zarzuela. Sin embargo, ha encontrado una gran aliada en su hermana Irene de Grecia, quien se ha convertido en su compañera constante. Irene ha vivido en Zarzuela desde los años ochenta, cuando perdió su nacionalidad griega debido a la abolición de la monarquía en su país natal. Esta nueva vida en España supuso un gran cambio para ella, aunque con el tiempo logró adaptarse.
Para Felipe VI, Irene es una figura muy querida, tanto que, de niño, la llamaba cariñosamente “tía Pecu.” La relación de Irene con Felipe es tan cercana que ella lo considera como a un hijo propio. Con los años, la convivencia y la complicidad entre las hermanas Sofía e Irene se ha hecho más profunda, hasta el punto de que hoy en día son inseparables. Comparten múltiples aficiones e intereses, entre ellos su compromiso con causas solidarias. Ambas participan activamente en proyectos de caridad y están muy interesadas en el mundo espiritual.
Tanto Irene como Sofía llevan una vida que destaca por sus prácticas meditativas, el vegetarianismo y su preferencia por las terapias alternativas y naturales. Además, las dos muestran una fascinación por el esoterismo y los misterios. Desde joven, Irene ya demostraba inclinación por temas relacionados con la espiritualidad. Una vez, siendo una niña de cuatro años, le confesó a su madre, la reina Federica de Grecia: “Mamá, te conozco desde antes de nacer; estaba arriba con el Niño Jesús, te vi y decidí que quería ser tu hija."
El esoterismo siempre ha estado presente en la vida de la familia de la reina Sofía
La reina Federica también tenía una gran afinidad con lo esotérico y exploraba este mundo de manera activa. En sus memorias, publicadas en 1971, reconocía su afición por los temas místicos. Tanto Federica como su esposo Pablo de Grecia hicieron una promesa: el primero en fallecer se comunicaría con el otro desde el más allá. Cuando Pablo murió, Federica aseguró que cada día mantenía una conversación con él durante una hora. Según sus relatos, Pablo le brindaba consejos sobre cómo gobernar y los transmitía a su hijo Constantino, quien asumió la corona en una situación de gran inestabilidad.
A pesar de su cercanía familiar, Irene tenía serias reservas sobre su hermano Constantino, a quien apodaba “el tonto de la familia”. Federica, por su parte, no escondía sus conversaciones "de ultratumba" y las compartía con la prensa, declarando que nada le impediría ayudar a sus hijos desde el más allá. Sin embargo, el dictador Francisco Franco le exigió que retirara esas confesiones de sus memorias, afirmando que sus “peculiaridades” perjudicaban a su familia.
Tanto Sofía como Irene sienten gran curiosidad por temas esotéricos, que abarcan desde la creencia en ovnis y la quiromancia hasta el ocultismo. Aunque Irene se ha declarado budista, no es claro qué postura tiene Sofía en cuestiones de religión. Fuentes cercanas señalan que Sofía es una persona espiritual sin dogmas estrictos; si visita una iglesia católica, reza, y en un templo budista enciende incienso. Incluso se cuenta que en su juventud Sofía asistió a cursos sobre esoterismo en la Universidad de San Bernardo, donde coincidió con figuras como el tarotista Octavio Aceves, entre otros.