La madre de Iñaki Urdangarin tiene órdenes de no acercarse a Cristina para no incomodar a Ainhoa Armentia

Ainhoa Armentia no soporta nada de la infanta Cristina

Claire Liebaert, madre de Iñaki Urdangarin, se ha convertido en una presencia incómoda dentro del nuevo tablero familiar que su hijo ha intentado construir tras su divorcio. Aunque nunca ha dejado de tener cariño por la infanta Cristina, hoy vive un mandato no escrito —pero muy claro—: no debe aparecer en público con la exduquesa de Palma, ni mantener con ella el vínculo estrecho que compartieron durante más de dos décadas.

Y es que la irrupción de Ainhoa Armentia en la vida de Iñaki no solo supuso el final del matrimonio con Cristina, sino también una fractura emocional que alcanzó a toda la familia. A pesar de que la ruptura fue oficializada, Iñaki lleva tiempo insistiendo en que su entorno respalde a su nueva pareja. Entre las condiciones impuestas: que su madre guarde distancia con la que fue su nuera. Un gesto que Claire ha aceptado con resignación, aunque no sin tristeza.

Fin a una relación de gran amistad

Durante años, Claire y Cristina compartieron confidencias, viajes y celebraciones familiares. La madre del exjugador la consideraba “una hija más” y se mostraba orgullosa del vínculo que tenían. Pero todo cambió. En 2022, Claire se enteró por la prensa de la relación entre su hijo y Ainhoa, en las playas de Biarritz. Desde entonces, sus apariciones con Cristina fueron espaciándose… hasta desaparecer.

La última vez que se las vio juntas fue en el verano de 2023, durante un partido de Pablo Urdangarin en Barcelona. Desde entonces, silencio. Ainhoa no tolera la cercanía entre su suegra y Cristina, y Iñaki ha sido tajante: no quiere más imágenes ni gestos que revivan el pasado. Y es que Claire, a sus 90 años, no olvida lo que Cristina ha significado para ella. Aunque acepta las reglas del juego, se resiste a cortar el lazo del todo. De vez en cuando, y aprovechando las ausencias de Iñaki, intercambia llamadas con la infanta. Conversaciones breves, pero cargadas de afecto y complicidad.

Así pues, la madre de Urdangarin guarda silencio, pero no olvida. En el pulso entre el pasado y el presente, ha elegido callar para no romper del todo lo que una vez fue familia.