La infanta Elena tiene a Juan Carlos I escondido a una hora de Madrid
Cascais es el nuevo hogar de Juan Carlos I
El rey emérito Juan Carlos I ya no puede más. Los años de exilio en Abu Dabi lo han consumido y la soledad le pesa demasiado. Necesita estar cerca de su gente, de sus raíces, de esa vida que perdió de un día para otro. Y quien ha tomado las riendas de su situación no ha sido otro que su hija mayor, la infanta Elena, siempre la más leal, siempre la más Borbón, la que nunca ha permitido que se rompa el vínculo familiar.
Así pues, desde hace semanas, el emérito ha dejado de lado los rascacielos del desierto para instalarse en una lujosa mansión en Cascais, a tan solo una hora de Madrid. Un enclave discreto y estratégico que le permite sentirse de nuevo en casa, con la tranquilidad de saber que puede regresar en cualquier momento si su salud se complica. No fue un traslado improvisado. Todo está pensado al detalle y con el apoyo absoluto de Elena, que lo acompaña y vela por él, sin importar el qué dirán.
Juan Carlos no puede volver a Abu Dabi
La realidad es que el emérito ha pasado el verano en esta residencia portuguesa y ya no tiene intención de volver a Abu Dabi. Está convencido de que en Lisboa ha encontrado la calma que necesitaba, lejos de miradas incómodas y mucho más cerca de quienes todavía lo quieren. Elena ha sido su gran sostén, su compañera fiel, la que ha buscado el lugar perfecto para que su padre no se sienta abandonado. No va a permitir que muera lejos de los suyos, aislado en un país extraño.
Y es que, a pesar de las tensiones con Felipe VI, que no quiere ni oír hablar de su regreso, la infanta ha movido cielo y tierra para que su padre tenga un hogar digno y seguro en Europa. Ella está comprometida, dispuesta a sacrificar lo que sea necesario para que el hombre que lo fue todo en España no acabe sus días en soledad.
Así pues, mientras en Zarzuela se guarda silencio, la realidad es que Juan Carlos I ya ha dado un paso definitivo: ha cambiado Abu Dabi por Portugal. Y lo ha hecho de la mano de la única persona que nunca lo ha dejado caer, su hija Elena.