La infanta Elena es uno de los nombres en la conspiración contra su hermano
Un movimiento inesperado que añade nuevas lecturas al momento que vive la Familia Real
La tarde del 3 de diciembre dejó una escena inesperada pero profundamente significativa: la infanta Elena, hija mayor de Juan Carlos I, reapareció en Madrid para representar simbólicamente al Rey emérito en un acto que, más que cultural, parecía político. Su visita a la galería Monte Esquinza 36, donde se presentaba el libro Reconciliación de Laurence Debray, fue interpretada por muchos como algo más que un simple gesto familiar. Allí, rodeada de sus primas Simoneta Gómez Acebo y María Zurita, la duquesa de Lugo mostró un apoyo firme y sin ambigüedades hacia su padre en un momento especialmente delicado para la Casa Real.
Elena no dudó en defender públicamente las memorias de Juan Carlos I. «Me he leído el libro y me parece muy bien», expresó con naturalidad. Sus acompañantes coincidieron y reforzaron esa idea, transmitiendo unidad en un contexto en el que cada gesto se analiza al milímetro. La figura de la infanta, habitualmente discreta, cobró un protagonismo inesperado, alimentando la percepción de que existen dos sensibilidades dentro de la familia, con posturas diferenciadas frente al legado del emérito y a las fricciones internas que se han intensificado en los últimos años.
La elección del lugar tampoco fue casual. Debray, muy cercana al Rey emérito, actuó como anfitriona de una velada que parecía diseñada para demostrar que Juan Carlos sigue teniendo apoyos sólidos, tanto dentro de su entorno familiar como en ciertos círculos sociales.
La sombra de una fractura familiar: ¿apoyo o desafío?
Aunque no hubo declaraciones explícitas sobre una supuesta “conspiración”, la presencia de la infanta Elena alimentó la narrativa de quienes sostienen que la familia atraviesa una división silenciosa. El hecho de que la duquesa de Lugo se mostrara tan alineada con su padre ha sido interpretado por algunos como una forma implícita de presionar a su hermano, el Rey Felipe VI, quien mantiene una posición más prudente y distante respecto a la figura del emérito.
Las memorias de Juan Carlos I, escritas desde Abu Dabi, incluyen reflexiones sobre su vida, sus errores y sus desencuentros personales y políticos. Pero también contienen críticas directas al Gobierno español y comentarios que, inevitablemente, ponen en un aprieto a la institución que su hijo encabeza. En ese contexto, el apoyo público de Elena puede leerse como una defensa firme del pasado frente a un presente que intenta avanzar con cautela.
La velada reunió a los aliados más cercanos del monarca retirado. Aunque Juan Carlos no pudo asistir, su presencia se hizo sentir en cada gesto de quienes acudieron. Con este acto, la infanta Elena se consolida como una figura clave en un momento de tensiones internas, proyectando la imagen de un bando que se niega a dejar que la historia del emérito quede relegada al silencio.