La infanta Elena comunica a su madre el empeoramiento que prepara a la familia para un desenlace fatal
La infanta Elena ha viajado de urgencia para conocer su estado de salud
La reina Sofía ha sido siempre una mujer de firmes convicciones y principios inquebrantables. Tradicional, apegada a los valores familiares y de profunda fe católica, nunca contempló el divorcio como una opción viable, a pesar de las dificultades que enfrentó en su matrimonio con Juan Carlos I. A lo largo de su vida, hizo todo lo posible por mantener la unión, convencida de que su papel como reina consorte requería sacrificio y lealtad.
Desde joven, Sofía sintió un profundo amor por Harald de Noruega, pero ese sentimiento no fue recíproco. Por su parte, Juan Carlos I mantenía una relación con Olghina de Robilant, pero su padre, Juan de Borbón, intervino y forzó la separación para que el entonces príncipe se casara con Sofía. Mientras ella se esforzaba en construir una relación sólida y afectuosa con su esposo, él parecía estar más enfocado en su deber de garantizar la continuidad de la monarquía, viendo en ella simplemente a la madre del futuro rey de España.
A lo largo de los años, Juan Carlos I ha sido conocido por sus múltiples relaciones extramatrimoniales, con una cifra que, según algunas fuentes, superaría las 5.000 mujeres. Su fama de conquistador lo llevó a ser apodado el "depredador sexual". Su debilidad por las mujeres lo hizo caer en numerosos escándalos, encaprichándose de artistas, modelos y celebridades que veía en televisión. No escatimaba en recursos para conquistarlas, llegando a destinar grandes sumas de dinero, provenientes del presupuesto estatal, para cumplir sus deseos.
Sofía, con el tiempo, descubrió las infidelidades de su esposo y experimentó una profunda humillación y dolor. Su primera reacción fue buscar el divorcio, pero su madre, la reina Federica, la convenció de que debía mantenerse en el matrimonio, privilegiando la estabilidad de la monarquía por encima de sus sentimientos personales. Finalmente, la pareja tomó la decisión de llevar vidas separadas, aunque sin formalizar una ruptura definitiva. Tras la abdicación de Juan Carlos I, la reina Sofía se distanció aún más de él, limitando al mínimo sus encuentros y visitas, incluso después de su traslado a Abu Dabi. Sin embargo, cuando la situación lo requiere, ambos mantienen una imagen pública de cordialidad.
Juan Carlos I ya no se puede mover, acabará sus días en una silla de ruedas
Actualmente, el estado de salud de Juan Carlos I se ha deteriorado considerablemente. A sus 87 años, la artrosis ha reducido drásticamente su movilidad, al punto de perder el uso de su pierna izquierda. Los médicos le han advertido que deberá depender de una silla de ruedas, lo que ha afectado profundamente su ánimo. Acostumbrado a una vida de poder y autoridad, ahora enfrenta una etapa de declive físico y mental, con episodios de pérdida de memoria y la certeza de que su final se acerca. Además, es consciente de que probablemente no recibirá un funeral de Estado, lo que contribuye a su sensación de caída en desgracia.
Pese a todo, la reina Sofía sigue mostrándose atenta al bienestar del padre de sus hijos. Mantiene contacto telefónico frecuente para informarse sobre su estado de salud y, cuando viaja a España, intenta reencontrarse con él. Aun así, sigue priorizando la unidad familiar y evita cualquier decisión que pudiera fracturarla. Su papel como madre y abuela sigue siendo su principal prioridad, demostrando, una vez más, su inquebrantable compromiso con la familia y con el legado de la monarquía.