La infanta Cristina pide ayuda a su hermano, Felipe VI, por la gravedad de la amenaza

La intervención de la familia real se vuelve crucial ante el conflicto con Urdangarin.

Parece que la crisis entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin no está por solucionarse. Lo que inicialmente parecía un divorcio pactado y agradable, ahora se ha transformado en un conflicto repleto de demandas, amenazas y tensiones. Urdangarin, que aceptó las condiciones de un pacto de divorcio firmado a comienzos del año, ha modificado las normas del juego, demandando compensaciones económicas superiores y empleando datos delicados como herramienta de negociación.

Frente a esta circunstancia, la infanta Cristina ha optado por solicitar apoyo tanto a su hermano, el monarca Felipe VI, como a su padre, el exrey Juan Carlos I, con el fin de frenar lo que percibe como un chantaje inadmisible.

Un chantaje que amenaza a la monarquía

Las exigencias de Iñaki Urdangarin han crecido en las semanas recientes, situando a la infanta Cristina en una situación extremadamente crítica. De acuerdo con fuentes próximas, el exduque de Palma demanda doblar las sumas pactadas en el divorcio, sosteniendo que tiene derecho a una compensación más alta por las repercusiones que el caso Nóos tuvo en su existencia.

Afirma que durante su periodo en prisión, perdió su libertad, su reputación y su estatus social. No obstante, las solicitudes económicas presentes superan lo razonable. Urdangarin pide un abono urgente de dos millones de euros, junto con una pensión mensual que podría exceder los 50.000 euros. La infanta Cristina, decidida en su posición, rechaza categóricamente estas exigencias.

Garantiza que se debe respetar el acuerdo firmado y que no está dispuesta a aceptar ningún tipo de coacción. Sin embargo, la amenaza es grave: se dice que Urdangarin tiene información confidencial que podría perjudicar seriamente la reputación de la Casa Real. Documentos y declaraciones acerca de sucesos íntimos de la familia se usarían como medio de cambio en esta negociación.

La intervención de Felipe VI y Juan Carlos I

Cristina, en un esfuerzo por controlar la crisis, ha recurrido a su familia. Primero, ha solicitado asistencia a su hermano, el rey Felipe VI, cuya participación es vista como crucial para prevenir que el conflicto se revele a la opinión pública. Felipe VI, que ha laborado años para recuperar la reputación de la monarquía, ahora se encuentra ante un reto personal y político: salvaguardar a su hermana y, simultáneamente, preservar la estabilidad de la institución que simboliza.

En cambio, la infanta ha pedido la participación de su padre, Juan Carlos I. A pesar de las controversias que han caracterizado los años recientes del monarca, su conocimiento y vivencia de los conflictos familiares podrían ser esenciales para hallar una resolución definitiva. Felipe y Juan Carlos están conscientes de que, en caso de no actuar con prontitud y determinación, las amenazas de Urdangarin podrían derivar en un escándalo de magnitudes inmensas.

Conforme las tensiones se intensifican, la infanta Cristina sostiene una postura sólida: no cedió. Cree que aceptar las demandas de Urdangarin establecería un precedente riesgoso y situaría a la familia real en una situación de vulnerabilidad. Por esta razón, su única solicitud es que se cumpla el pacto inicial y que su exmarido abandone sus amenazas.