Juan Carlos I rompió la relación de la infanta Cristina cuando supo que estaba metido en la droga
Las parejas de la infanta Cristina nunca gustaron a Don Juan Carlos


La infanta Cristina y su hermana Elena siempre han sido radicalmente diferentes. Mientras que la mayor era el perfil ideal para lo que buscaba Juan Carlos I, la hermana menor siempre mostró ese perfil más rebelde y alejado de los deseos de Don Juan Carlos. Cristina nunca hizo caso a la mayoría de las recomendaciones de su padre. Ella quería ser una más en el mundo, no le gustaba eso de ser la hija del Rey de España y su sueño era el de formarse profesionalmente y crecer en el mundo profesional de su elección, casarse con un hombre de su agrado y vivir feliz el resto de sus días. Unos deseos que poco o nada tenían que ver con los de Juan Carlos I.
El emérito siempre quiso que su hija se casara con un hombre de gran apellido, a poder ser con un buen pasado aristocrático y con una fortuna digna de lo que pueden ofrecer los Borbón. Sin embargo, la realidad es que la infanta Cristina siempre mostró predilección por los plebeyos. En especial los grandes deportistas españoles. Fue por este motivo que se enamoró perdidamente de Iñaki Urdangarin o formó pareja con otro hombre reconocido del deporte español como Jesús Rollán.
La mala vida de Rollán obligó la intervención de Juan Carlos I
En este sentido, mientras que la vida de Iñaki Urdangarin no iba por el mal camino y no dio pie a la intervención del padre de Cristina, el estilo de vida que tenía el malogrado Jesús Rollán sí que generaba preocupación. El legendario portero de waterpolo no era capaz de controlar sus impulsos durante la vida nocturna. Le gustaba demasiado salir de fiesta y el consumo de ciertas sustancias, algunas legales y otras ilegales, lo que lo llevó a desarrollar unas adicciones que lo ponían en peligro a él y a sus seres queridos.
El episodio que lo cambió todo fue cuando, con la infanta Cristina montada en su coche, Rollán decidió saltarse todos los semáforos en rojo de la Diagonal para perder a los escoltas de la hija de Juan Carlos I, poniendo en grave peligro la vida de Cristina y la suya propia, lo que hizo que el emérito prohibiera que su hija y Rollán se siguieran viendo.
Así pues, la adicción a las drogas y a un estilo de vida peligroso hicieron que Juan Carlos I tomara la contundente decisión de prohibir que Cristina y Jesús Rollán se vieran de forma habitual y, mucho menos, que tuvieran un romance.