Juan Carlos I pierde los nervios con su hijo en una llamada de 15 minutos durante el fin de semana

El emérito ha usado sus memorias como un arma negociadora

Felipe VI está muy enfadado y decepcionado con Juan Carlos I. La decisión del emérito de publicar un libro con sus memorias, para poder ser él el encargado de contar, por primera vez, toda su historia, ha sido algo que ha dejado muy molesto y sumamente preocupado a su hijo, un Felipe VI que le ha trasladado a su padre que no debe publicar un documento en el que ponga en peligro la estabilidad de la imagen de la reina Sofía, una exigencia que el emérito solamente cumpliría en caso de que Felipe VI le ofrezca algo muy interesante a cambio.

En este sentido, tal y como han contado fuentes cercanas a Casa Real, ante la petición de Felipe VI a su padre de modificar los contenidos de sus memorias, la respuesta de Juan Carlos I ha sido la de pedir que a cambio le permita volver a vivir en España, una condición a la que habría que ver si Felipe VI está dispuesto a aceptar a cambio de que su madre esté algo mejor a nivel emocional.

La reina Sofía está muy afectada por las memorias de Juan Carlos I

Los trabajadores de Casa Real le han hecho saber a Felipe VI que la reina Sofía está pasando unos días muy malos por culpa del miedo que tiene a todo lo que pueda llegar a revelar su marido. Y es que todo apunta a que el emérito va a contar todos los secretos de su relación con la reina Sofía. Algo que Felipe VI no quiere ni puede permitir, ya que pondría en grave peligro la salud de su madre.

Volver a España, un sueño imposible

Por su parte, Felipe VI ni se plantea la posibilidad de permitir que su padre vuelva a vivir en España. El emérito no es una persona adecuada para el bien de Zarzuela. Por lo que tras una llamada de 15 minutos en la que no faltaron los gritos ni las pérdidas de nervios de Juan Carlos I, no hubo ningún tipo de acuerdo entre padre e hijo.

Así pues, Juan Carlos I ha usado sus memorias para tratar de volver a vivir en España. Un plan que Felipe VI no está ni por la labor de aceptar.