Juan Carlos I pide un encuentro privado con Leonor
La respuesta de Felipe VI ha sido contundente
El emérito vuelve a la carga. Desde su refugio en Cascais, donde pasa largas temporadas en Portugal, Juan Carlos I ha pedido un encuentro privado con su nieta mayor. Aprovechando que Leonor se prepara para recibir este miércoles la máxima condecoración militar en Marín, el abuelo ha querido forzar un cara a cara que Zarzuela no está dispuesta a permitir.
La realidad es que la fecha lo hacía todo más evidente. La futura reina vive un momento clave en su formación castrense, y el emérito lo sabe bien. Por eso, desde la tranquilidad de su residencia lusa, activó discretos mensajes dirigidos a su hijo, el rey Felipe VI, con la intención de acercarse a su nieta y, de paso, colarse en el relato de este momento histórico.
La respuesta de Felipe VI es clara
Y es que no sería la primera vez que lo intenta. En septiembre de 2024 ya consiguió un encuentro breve con Leonor, también en Marín, durante los actos por la jura de bandera de Felipe VI. Fue un gesto calculado, con la tensión como telón de fondo, que dejó claro que el emérito no está dispuesto a resignarse al papel de abuelo ausente. Hoy, en Portugal, insiste con la misma estrategia: buscar la foto, el gesto, la reconciliación que en realidad oculta un deseo más profundo de rehabilitación pública.
De este modo, en la Casa Real no ha habido dudas. La negativa ha sido rotunda. Felipe y Letizia han blindado a su hija, conscientes de que cualquier movimiento del emérito podría eclipsar un acto que pertenece solo a Leonor. Zarzuela, además, ya le había pedido mantener un perfil bajo, lejos de titulares y apariciones inoportunas. Porque en este momento no hay espacio para interferencias del pasado: la prioridad es el futuro y ese futuro se llama Leonor.
Así pues, la petición de Juan Carlos I queda frustrada. No habrá visita en Cascais, ni viaje improvisado a Galicia, ni foto con su nieta. Lo que habrá será una ceremonia histórica con la heredera como protagonista absoluta. Y el mensaje es tan claro como contundente: el tiempo del emérito quedó atrás, y por mucho que insista, no podrá usar a Leonor para limpiar su propia imagen.