Juan Carlos I, obligado a bajar del avión por su hijo
Un inesperado incidente familiar vuelve a situar a la monarquía en el centro de la atención pública
El reciente episodio en el que Juan Carlos I habría sido obligado a bajar del avión por decisión de su hijo, el rey Felipe VI, ha reavivado un relato que parecía dormido: el de una familia real dividida entre el pasado que pesa y el futuro que se intenta proteger. Aunque el entorno de Zarzuela evita confirmarlo, la escena resume mejor que cualquier comunicado la tensión que existe desde hace años entre padre e hijo.
Juan Carlos I habría mostrado su intención de viajar a Madrid con más frecuencia y normalidad, especialmente en un momento en el que sus memorias están a punto de ver la luz. Según diversas fuentes, incluso tenía previsto aprovechar ese desplazamiento para mantener encuentros discretos con figuras relevantes de la Transición y del ámbito político, buscando reivindicar su legado y recuperar algo de protagonismo público.
Pero Felipe VI habría frenado ese movimiento. No por un simple gesto de autoridad, sino por una cuestión de equilibrio institucional: cualquier aparición del antiguo monarca genera un ruido mediático que la Casa Real intenta evitar a toda costa. El gesto de hacerle bajar del avión, siempre descrito como firme, pero sin dramatismos, se interpreta como una forma de recordarle que su papel actual es distinto al que él desearía ocupar.
Memorias, deseo de volver y un regreso que nunca termina
La publicación de sus memorias, en las que Juan Carlos I pretende explicar episodios clave de su reinado y ofrecer su propia lectura de la Transición, ha sido el detonante de este nuevo desencuentro. Aunque él sostiene que su objetivo es contribuir a la historia y no reabrir heridas, en Zarzuela existe el temor de que su relato despierte debates que el actual reinado prefiere mantener cerrados.
Su intención inicial era presentar el libro en Madrid, rodeado de personalidades que fueron protagonistas de aquella etapa. Sin embargo, esa cita se congeló de manera silenciosa, sin explicaciones públicas y con un mensaje claro: su presencia física en España todavía incomoda en las alturas del poder.
Juan Carlos I sigue insistiendo en que quiere volver con normalidad. Lo expresa en su entorno cercano, lo deja entrever en sus mensajes y lo busca a través de gestos simbólicos. Pero la realidad es que cada intento tropieza con la misma respuesta: prudencia, silencio y distancia.