Juan Carlos I le busca trabajo después de haber sido rechazado en cuatro procesos de selección
El emérito vuelve a intervenir para ayudar a uno de sus nietos en un momento complicado
Juan Carlos I no se rinde. Desde Abu Dabi sigue muy pendiente de su familia, sobre todo de sus nietos. Siempre ha sido un abuelo generoso, dispuesto a echar una mano sin importar el coste. A lo largo de los años ha ayudado a los Urdangarin y a los Marichalar en todo lo posible. Les ha dado apoyo económico, cariño y oportunidades. A cada uno de ellos les pasa una mensualidad generosa, se dice que de unos 10.000 euros, para sus gastos personales. Incluso se encargó de comprarles su primer coche cuando aprobaron el carnet de conducir.
Pero la realidad no siempre sonríe a todos. Miguel Urdangarin, uno de los nietos más discretos, atraviesa un momento complicado. Ni estudia ni trabaja, y su abuelo está preocupado. El joven ha sido rechazado en cuatro procesos de selección distintos y no consigue encontrar estabilidad. “Una calamidad”, así lo definen algunos allegados, aunque quienes le conocen aseguran que es un buen chico, solo que algo perdido.
Juan Carlos mueve sus hilos otra vez
Desde su retiro dorado en Abu Dabi, el emérito no se queda de brazos cruzados. Si ya logró en su día colocar a Froilán en la petrolera ADNOC, ahora intenta hacer lo mismo con Miguel. Ha contactado con viejos amigos, empresarios y conocidos, buscando una oportunidad que le devuelva la ilusión. No quiere que su nieto se sienta fracasado o dependa para siempre de la ayuda familiar.
A pesar de los intentos, las puertas se han ido cerrando una tras otra. Las empresas prefieren perfiles más formados o con experiencia, algo que Miguel aún no puede ofrecer. Juan Carlos, sin embargo, no pierde la esperanza. Está convencido de que con la oportunidad adecuada, su nieto sabrá demostrar su valía.
Mientras tanto, el exmonarca sigue cumpliendo su papel de patriarca. Aun lejos, sigue siendo el sostén de una familia que no termina de enderezar el rumbo. Entre decepciones, rechazos y segundas oportunidades, Juan Carlos I demuestra que, pese a los escándalos y el paso del tiempo, su mayor debilidad sigue siendo la misma: sus nietos. Y aunque el mundo lo critique, él sigue convencido de que la familia es lo único que realmente merece la pena.